Orientación sexual y TCA

Escrito por  05 May 2021

¿Tienes más probabilidad de padecer TA en función de tu orientación sexual? ¿hay factores protectores? Te lo contamos todo en este post.

Tradicionalmente, la asociación entre trastornos alimentarios (TA) y orientación sexual no ha sido una de las variables que más interés ha despertado entre la comunidad científica. No obstante, esta tendencia está cambiando y cada vez encontramos más estudios y datos valiosos que nos permiten acompañar y ver a las personas homosexuales con TA con los mejores ojos posibles.

 

Una revisión reciente de la literatura científica sobre la relación entre TA e insatisfacción con la imagen corporal en las minorías sexuales y de género, que incluye, entre otras, a las personas homosexuales, demuestra que tienen preocupaciones únicas y específicas con respecto a los TA y la imagen corporal (Negat, Ganson y Austin, 2020).

 

Resumidamente, los estudios señalan la homosexualidad y la bisexualidad en hombres como un factor de riesgo en el origen y desarrollo de los TA. De hecho, en un estudio realizado por Strong, Williamson, Netemeyer y Geer en el año 2000 ya señalaban que, en comparación con los hombres heterosexuales, la sintomatología alimentaria era hasta diez veces mayor en hombres gais.

 

Respecto a las mujeres lesbianas o bisexuales, aunque existen ciertas contradicciones, diferentes estudios aseguran que la homosexualidad y la bisexualidad podrían ser un factor protector a la hora de desarrollar un TA, en comparación con las mujeres heterosexuales.

 

Si vamos más allá, una de las hipótesis más respaldadas por los expertos sitúa la tensión emocional a la que están sometidos los/as adolescentes homosexuales como un factor de vulnerabilidad a la hora de desarrollar un TA. Quienes trabajamos con personas homosexuales en psicoterapia, comprobamos que la discriminación hacia las personas homosexuales suele tener sus inicios en la infancia y la adolescencia. Además, sabemos que ese rechazo será mayor en aquellos casos en los que el/la niño/a muestre unos roles de género que se alejan de lo esperable. En consecuencia, en la mayoría de las ocasiones, tanto en su entorno social como familiar, se les insta a amoldarse a los roles de género que se esperan de él/ella como hombre o mujer.

 

Ante este escenario, el/la adolescente se ve obligado/a a fingir ser algo que no es y custodiar su secreto se convierte en el mayor de sus problemas. Antes o después, todo el consumo de energía que supone camuflar su verdadero yo y despistar constantemente a su entorno social y familiar, acaba manifestándose en su salud mental y en posibles síntomas alimentarios. En este sentido, Laurence Corbeil-Serre, director de una importante investigación llevada a cabo en Universidad de Montreal, señala que la sintomatología alimentaria podría sería ser una forma de retrasar decisiones o de evitar afrontar dudas sobre la orientación homosexual. Apunta que sería como un “refugio” frente a los conflictos derivados de este proceso.

 

En mi trabajo diario con personas homosexuales, compruebo cómo, al rastrear la relación con su cuerpo, encontramos experiencias en las que se les señaló con desprecio que no debían sentarse, moverse o caminar de determinadas maneras. De esta manera, si a un/a niño/a o adolescente no se le permite experimentar todas las sensaciones de su cuerpo, tendría sentido que ese cuerpo no sea tierra conocida para él/ella y que no pueda sentirlo como un lugar seguro al que recurrir.

 

Cuando ese niño/ se convierta en adulto/a, podría poner en marcha conductas de compensación para evitar entrar en contacto con el dolor asociado a aquellos recuerdos o con la imagen de ellos/as que no quieren volver a ser. Por ejemplo, en hombres gais, esta herida en la masculinidad a través del cuerpo podría verse reflejada en la persecución constante por alcanzar cuerpos más musculados (idea tradicional de masculinidad).

 

Llegados a este punto, os preguntaréis por qué entonces se puede llegar a considerar ser mujer lesbiana o bisexual un factor protector en el desarrollo de un TA, en comparación con las mujeres heterosexuales. Vamos a ello:

 

Los estudios revelan que las mujeres lesbianas presentan una menor internalización de los criterios sociales de belleza. De hecho, en un estudio realizado por los australianos Polimeni, Austin y Kavanagh (2009) confirmaron que las mujeres lesbianas presentaban menor vulnerabilidad a presentar insatisfacción con su imagen corporal o llevar a cabo conductas de control de peso.

 

Ante esta realidad, Pedro María Ruiz (2016), en una revisión reciente sobre la relación entre orientación sexoafectiva y TA, señala como posible hipótesis un aspecto respaldado por la comunidad científica: los hombres, tanto heterosexuales como homosexuales, ponen mayor énfasis en el aspecto físico en sus procesos de elección de pareja. Por lo tanto, si nuestro objeto de deseo es un hombre, viviremos con mayor presión adecuarnos a un modelo de belleza concreto. De esta forma, al igual que ocurre con las mujeres heterosexuales, el hombre gay sería más vulnerable a la hora de presentar insatisfacción corporal y volcaría una mayor presión en su apariencia física dentro de su autoconcepto. Por el contrario, las mujeres lesbianas y bisexuales no estarían sometidas a tal presión y, en consecuencia, no serían tan vulnerables a presentar insatisfacción con su imagen corporal.

 

Con esto, vuelve a evidenciarse que los TA no entienden de género, a pesar de la creencia extendida de que únicamente afectan a mujeres. En consecuencia, los profesionales de la salud mental observamos cómo los hombres, independientemente de su orientación sexoafectiva, viven este estigma desde la invisibilidad y el secreto. Recordemos que los TA en hombres pueden presentarse de manera diferente que en las mujeres, particularmente con TA orientados a la musculatura (Nagata, Ganson y Murray, 2020).

 

Como conclusión, podríamos afirmar que, debido al marco social en el que nos desarrollamos (la orientación sexoafectiva mayoritaria y más aceptada es la heterosexualidad, hasta que se demuestre lo contrario), el proceso de aceptación homosexual en niños/as y adolescentes pudiese albergar un espacio para el origen de un trastorno alimentario. Especialmente, si eres un hombre gay o bisexual.

 

Desde esta toma de conciencia, aprovecho esta oportunidad para hacerles llegar a todas las personas homosexuales que hayan llegado hasta aquí, que no hay nada malo o inadecuado en ellos/as. Lo malo e inadecuado está en los comportamientos de quienes proyectaron y pusieron todas esas creencias en vuestras mochilas. Antes o después os tocará enfrentaros y mirar con perspectiva todo el dolor que custodian vuestras mochilas y podréis reconciliaros con vuestra verdadera identidad.

 

Nuestras mochilas pueden convertirse en ese lugar de seguridad y compresión al que recurrir siempre que lo necesitemos. Tu amor, tu conexión, tu calor, tu amabilidad y tu comprensión siempre estarán a tu alcance. Podrás recurrir a ese rincón de calidez simplemente mirando hacia el interior de tu mochila, ahora liviana y resiliente.

 

Bibliografía

 

Corbeil-Serre, L.,  Meilleur, D. & Turgeon, È.  (2014) Anorexia nervosa in male teenagers and young adults: Review of literature. Neuropsychiatrie de l'Enfance et de l'Adolescence, 62(8), 514-520.

 

Nagata, J. M., Ganson, K. T. y Austin, S. B. (2020). Emerging trends in eating disorders among sexual and gender minorities. Current Opinion in Pediatrics, 33(6), 562-567.

 

Nagata, J.M., Ganson, K. T. y  Murray. S. B. (2020). Eating disorders in adolescent boys and young men: an update. Current Opinion in Pediatrics, 32(4) 476-481.

 

Pedro María Ruiz, P. M. (2016). Relación de la orientación sexual con sintomatología alimentaria en función del estatus sentimental. Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Universidad Pontificia de Madrid.

 

Polimeni, A., Austin, S. y Kavanagh, A. (2009). Sexual orientation and weight, body image, and weight control practices among young Australian women. Journal of Women's Health, 18(3), 355-362.

 

Strong, S. M., Williamson, D. A., Netemeyer, R. G., & Geer, J. H. (2000). Eating disorder symptoms and concerns about body differ as a function of gender and sexual orientationJournal of Social and Clinical Psychology, 19(2), 240–255.

 

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Andrés Escribano

Psicoterapeuta y Neuropsicólogo.

Desde mis inicios profesionales tuve la suerte de trabajar acompañando en sus procesos de
terapia a personas pertenecientes al colectivo LGTB. Siempre he compaginado mi trabajo en mi
consulta privada con otros campos de la psicología, pero no ha habido nada que me nutra más
que el trabajo en Psicología Afirmativa. En estos últimos años, he ido redirigiendo mis energías
en esta dirección y, actualmente, la mayor parte de las personas que atiendo son homosexuales.


A nivel formativo, hice un Máster en Psicología de la Salud y Práctica Clínica y otro en
Neuropsicología Clínica. Actualmente, curso también mi último año en un Máster en Sexología y
Terapia de Pareja.


Por otro lado, me formé en intervención y acompañamiento psicológico en Diversidad Sexual y
de Género y en Psicología Afirmativa LGTB. Además, me he formado en Mindfulness y
Compasión y mis últimas formaciones han sido sobre el abordaje EMDR: trastornos alimentarios,
dependencia interpersonal, traumas de apego, trauma complejo y disociación.

Colaboradores

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