El yo rechazado: la distorsión de la imagen corporal en TCA

Escrito por  30 Oct 2018

Todo lo que nos han dicho que somos y cómo nos han dicho que somos se vincula a nuestra imagen.

Detrás de esto, hay un significado que en las personas con trastornos alimentarios cobra un valor que acaba convirtiéndose en el centro de sus vidas, alrededor de lo que giran.

 

Junto al trastorno alimentario aparece con frecuencia asociado el trastorno de la imagen corporal. En este trastorno, la autoevaluación que la persona hace de su cuerpo está exageradamente influida por el peso y la silueta, que genera preocupación e insatisfacción persistentes. Dicha insatisfacción se deriva tanto de una distorsión perceptiva como de unos objetivos irreales de tamaño y peso. La persona compara su cuerpo con los cuerpos de otras personas, buscando los defectos en el propio; defectos que han de ser modificados en función de unos criterios sociales establecidos y unos cánones estéticos familiares. En la mayoría de los casos estos cánones se basan en patrones físicos aprendidos desde la infancia en la relación con las figuras de apego; madre, padre o persona que haya ocupado esa función.

 

La discrepancia entre como la persona percibe su cuerpo y el cuerpo ideal que quisiera llegar a tener, genera esta profunda insatisfacción con su imagen corporal.

 

Durante el curso de la enfermedad, la preocupación por el peso y la forma del cuerpo provoca una gran angustia, lo que hace que la persona que padece el trastorno se disocie de su cuerpo en un intento de no pertenecer a él ni estar en contacto con él. Como si fuese algo ajeno.

Con frecuencia se trata de una “fobia al propio cuerpo”. Se puede ver reflejado en comentarios tales como; “este cuerpo no me pertenece, me tocó vivir en él y no quiero” o “mi cuerpo es como una carcasa que estoy obligada a llevar y la odio pero la auténtica yo está dentro de mí y es a la que realmente no se ve. Soy yo, atrapada en esto que no elegí”.

 

Con la disociación del cuerpo aparece la distorsión de la imagen corporal. Thompson (1992) la definió como un persistente estado de insatisfacción y preocupación relacionado con algún aspecto de la apariencia física. Es importante identificar el grado de insatisfacción que la persona siente acerca de su imagen corporal negativa que puede abarcar desde el descontento por algún elemento del aspecto físico hasta la obsesión extrema que limita el funcionamiento normal. 

 

La imagen corporal puede ser negativa en un grado en que la persona no se vea perjudicada, sino que incluso aporte el recurso de tomar conciencia de cuidarse y mantener hábitos saludables.

 

La imagen corporal negativa que presenta problemas es aquella que tiene repercusiones negativas y limita el día a día. Con la imagen negativa se desarrolla un continuum que puede llegar a lo que Janet (1947) nombra como “la obsesión por la vergüenza hacia el propio cuerpo” que implica el miedo a ver el cuerpo como ridículo. En el mundo interno de las personas que padecen trastornos alimentarios, esta obsesión por la vergüenza corporal colabora a la disociación con el cuerpo y provoca una fragmentación que da lugar a una parte interna, “el yo rechazado” (Seijo,2000) que contiene todo el dolor del rechazo. Esta parte disociativa adquiere un papel crucial en el trastorno alimentario y es el epicentro del trastorno de la imagen. El concepto del yo rechazado se puede explicar mediante la idea de aquello que la persona no quiere volver a ser nunca más; la imagen que la persona rechaza de si misma del pasado, que representa esa imagen que le avergüenza de si misma y que mantiene la preocupación de que pueda volver a ser. Se podría entender mejor con un ejemplo:

 

Terapeuta: Muchas personas que padecen el trastorno tienen un “yo rechazado”, es decir una parte dentro de ellas que corresponde a lo que no quieren volver a ser nunca más, por la que además sienten desprecio y mucho rechazo. Podrías decirme si sientes dentro de ti un yo rechazado así.

Paciente: Si, yo tengo un “yo rechazado” enorme. Es la yo de cuando tenía catorce años es la época en la que estuve  super gorda y en la que me empezó a salir todo el acné. No puedo pensar en eso porque me entra mucha angustia porque odio esa yo que fui.

 

El “yo rechazado” es como una imagen impresa en la mente de la persona que está todo el tiempo presente, influenciada por un yo ideal al que la persona tiene el objetivo, habitualmente poco realista, de querer alcanzar.

 

Los comportamientos con la comida, con el cuerpo y la vida de la persona en general se ven comprometidos por toda la distorsión. Esta imagen impresa es la que se interpone delante del espejo evitando que la persona se vea de una manera real. En su lugar la persona ve esa imagen que representa la imagen del “yo rechazado” del pasado. De manera que se experimenta la imagen del “yo rechazado” como real. Esta situación hace que se perpetúen las compensaciones a través de los comportamientos insanos y disfuncionales en un intento de cambiar su cuerpo cuando el cuerpo ya no es el mismo que la persona ve reflejado en el espejo. 

 

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Figura elaborada por Natalia Seijo.

 

El trabajo con la distorsión de la imagen corporal incluye el trabajo con el yo rechazado para suavizar toda la aversión que esta parte genera en el mundo interno, y que favorece al igual que perpetúa el cómo la persona se ve. Se buscan objetivos terapéuticos que incluyan; identificar el cuerpo como propio, aceptar el cuerpo como propio, procesar las experiencias adversas o traumas asociados que pueden estar en el origen de la distorsión y disociación, sustituir la distorsión de la imagen corporal por aceptación, aprender a sentir y cuidar el cuerpo, respetándolo e integrar esta parte disociativa que representa el yo rechazado.

 

Cuando se presta atención al yo rechazado, no solo se integra una de las partes más resistentes al cambio en los trastornos alimentarios sino también al cuerpo y todo lo que llevó a su disociación. La integración de esta parte implica un gran avance en el tratamiento.

 

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Natalia Seijo

Soy psicóloga especialista en trastornos alimentarios y psicosomática médica, trauma complejo y disociación. Directora desde más de 20 años del Centro de Psicoterapia y Trauma en Ferrol (A Coruña). Supervisora y facilitadora de EMDR, docente de la formaciones en EMDR para los trastornos alimentarios en la Asociación EMDR España. Formada en diferentes enfoques focalizados al trauma desde el cuerpo.

Compagina el trabajo en terapia con pacientes, con su labor como ponente, nacional e internacional en congresos y talleres especializados en Trastornos alimentarios y trastornos psicosomáticos. Profesora colaboradora del máster de EMDR en el área de trastornos alimentarios y como tutora de alumnos/as en diferentes universidades.

Sitio Web: www.nataliaseijo.com/

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