Aprendiendo a ganar al TCA con La princesa prometida

Escrito por  29 Ene 2019

Del cine podemos extraer grandes lecciones, como en la "La princesa prometida".

La “princesa” Buttercup va a casarse con un príncipe despreciable (ya hablaremos otro día sobre todo esto de príncipes y princesas altos y rubios que se casan y se rescatan..). Ella no es feliz, nada, odia al príncipe y su verdadero amor ha muerto a manos del malvado pirata Roberts, un cruel y sanguinario corsario famoso por no hacer prisioneros, y que no deja títere con cabeza. La cosa no mejora para ella cuando tres hombres la secuestran para forzar la guerra con el país vecino. Todo muy dramático...por ahora. Porque aparece en escena un rescatador, un enmascarado que no es otro que el malvado pirata Roberts, un personaje al que todos estamos deseando odiar desde el principio de la película, hasta que descubrimos que en realidad se trata de su dulce y amado Wesley, su verdadero amor, y al que Buttercup dio por muerto hace muchos años.

 

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Esta es la historia de “La princesa prometida”, una maravillosa y muy divertida película de de 1987, dirigida por Rob Reiner y protagonizada por Cary Elwes, Robin Wright y Billy Crystal. Muchos la conoceréis, o reconoceréis, por frases como: “Hola. Me llamo Iñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir” y otras igual de geniales. Aunque os haya “spoiloreado” un poco creo que merece la pena que la veáis, porque, a sus casi ya 30 años, sigue siendo un peliculón.

 

¿Y por qué hablar de ella hoy? ¿Qué tiene de especial?

 

Veréis. En un momento de la peli, Wesley (disfrazado como el pirata Roberts) debe enfrentarse a tres “malos”, a tres pruebas podríamos decir para poder rescatar a la princesa (acordaos que hay 3 tipos que tienen secuestrada a Buttercup). Para salir victorioso, nuestro protagonista debe derrotar a un valiente y hábil espadachín, a un forzudo y colosal gigante y a un mago del ingenio y es, sobre todo este último duelo, el que nos interesa.

 

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El duelo que veremos es, como decimos, un duelo de ingenio. El “malo”, un siciliano llamado Vizzini, es uno de los hombres más inteligentes en el mundo y Wesley le (y nos) propone, un juego. Wesley verterá veneno en una de las dos copas que ha dispuesto entre los dos y Vizzini deberá descubrir dónde está el veneno; una vez que Vizzini escoja, ambos beberán y descubrirán quién ha ganado y quién...ha muerto.

 

Como hombre listo que es, Vizzini intenta llevarse el juego a su terreno y comienza a razonar y a enumerar las distintas razones que han podido llevar a nuestro protagonista a echar el veneno en una u otra copa. Wesley no discute con él. Le deja hablar sin cortarle. Finalmente, Vizzini escoge una de las dos copas y bebe.

 

En este momento, nuestro héroe desvela que es él el que ha vencido...ya que había envenenado las dos copas así que, escogiera la que escogiera, el siciliano ha perdido y morirá. El truco es que, ha podido hacerlo, porque durante sus años de pirata, ha desarrollado inmunidad hacia ese veneno con lo cual ahora puede beberlo sin correr peligro.

 

¿Y por qué es interesante?

 

Porque Vizzini se parece mucho, muchísimo.. más de lo que cree, al TCA.

 

Tú escoges el juego y tú pones las reglas

 

Con Vizzini no podemos razonar, es más listo, tiene experiencia, se las sabe todas y no calla en toda la historia. Vizzini además, en un momento dado, incluso engaña al protagonista para que beba de otra copa. ¿Cómo le gana Wesley? No-jugando-a-su-juego.

 

El juego de nuestro Vizzini es peligroso porque es un frontón, es un callejón sin salida. Intenta enredar a Wesley una y otra vez y, tan bueno es que, de hecho, si Wesley hubiera escogido un juego de razonar, posiblemente hubiera perdido! Pero nuestro héroe no ha escogido eso, ha escogido un juego que es mortal para Vizzini por necesidad, porque ha sido él, Wesley, el que ha propuesto el juego, el que ha tendido la trampa... y el que sabía de antemano que iba a ganar.

 

Con el TCA pasa un poco lo mismo. Intenta engañarnos. Nos intenta enredar, y nos da razones, pensamientos, ideas, sentimientos...lo que sea para que le hagamos caso. Lo que sea. Sólo quiere enredarnos. Como Vizzini. Y ¿cómo le “vencemos”? ¿Cómo vence nuestro protagonista a su rival? ¿Hablando? ¡No! Le vence demostrando. Le vence retándole y poniendo él las condiciones. Le vence haciéndole tomar un veneno frente al que él ha desarrollado inmunidad. Le vence sabiendo que va a ganar. Le vence porque, desde el momento de comenzar a jugar, incluso antes de comenzar a jugar, ya había ganado.

 

Para el TCA ese veneno es la autoestima, es la confianza, es el darnos permiso, es el sentir, es el sentirse, es el abrirse, es perdonar, es perdonarse y es, también, y por supuesto, la comida. ¿Sabéis cómo desarrolló Wesley inmunidad a ese veneno? Tomándolo de poquito en poquito hasta que al final ya no le hacía daño. Al principio le resultaría difícil, y seguro que incluso hubo muchos días que no quería hacerlo, pero al final lo consiguió. Pasito a pasito. Poquito a poquito.

 

Es importante recordar que Wesley no sabía cuándo necesitaría esa inmunidad al veneno. Nadie le avisó que en esa fecha concreta se enfrentaría a Vizzini y tendría que estar preparado. Pero cuando llegó el momento de estar preparado, lo estuvo.

 

Aprendiendo a vencer al TCA 

 

Gracias a nuestro querido pirata Roberts/Wesley, ahora sabemos cómo vencer a nuestro rival. La clave es, repito, no entrar en su juego. No dejes que sea el TCA el que ponga las reglas, pon tú las tuyas (por ejemplo, una regla muy buena para no dejarse enredar que puedes poner es “Si vamos a discutir lo haremos por escrito, no pensando. Así que me expongo por escrito a mis pensamientos y mis miedos y no huyo de ellos”. Otra puede ser: “no jugamos a oscuras, ni a escondidas, ni de pie frente a la nevera, jugamos con más gente, sentados a la mesa y con luz porque no estoy sola aunque me hagas creer que lo estoy y además así te veo mejor”) y, sobre todo, tiéndele una trampa sabiendo que, cuando llegue la hora, no tiene posibilidades.

 

Eso sí, recuerda que para poder conseguir nuestra misión, tenemos que perderle nosotros primero el miedo a ese “veneno”, y darnos cuenta que no lo es, porque a la larga nos ayudará, precisamente, a vencer a nuestro rival. Para el TCA la comida puede ser, y de hecho es, un veneno, pero para nosotros no. Para el TCA, la autoestima puede ser, y de hecho es, un veneno, pero para nosotras no. Para el TCA hay tantos y tantos venenos..y lo que intenta es enredarnos haciéndonos creer que en realidad son venenosos para nosotros, cuando no es así, porque esos venenos para quien son malos es para él, y sólo para él.

 

Pasito a pasito. No tengas miedo a exponerte. Confía en tu psicóloga o psicólogo. Sabrán acompañarte en el proceso. Al principio será difícil, seguro...pero a medida que vayas exponiéndote verás cómo no da tanto miedo...verás cómo no duele tanto...verás como va siendo más y más fácil...hasta que llegue el día en que por fin tu rival se siente frente a ti y seas tú la que pone las reglas..sabiendo que la partida la tienes ganada de antemano.

 

¿No te parece un final “de película”?

 

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María Sopeña

María es Psicóloga en el Centro de Psicología Álava Reyes e investigadora en el Departamento de I+D del Grupo Álava Reyes (procesos transdiagnósticos en TCA y TOC). Psicóloga Sanitaria, graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, es experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria y Trastorno Obsesivo. Máster en Psicología General Sanitaria. Certificada como terapeuta Mindfulness y EMDR por EMDR-Europe. Formada en terapias humanistas y Análisis Transaccional, compagina la práctica profesional con su labor docente dentro del Máster Oficial en Psicología General Sanitaria.

 

WEB: https://alavareyes.com/

Twitter: @PsicoAlavaReyes

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