“La anorexia es la pérdida del deseo de ser persona”, esa fue la frase que me dijo la psiquiatra y catedrática de la personalidad de la UV, Elena Ibáñez.
Con su tasa de mortalidad estimada del 5%, la anorexia puede ser la más mortal de todas las afecciones psiquiátricas (Kaye, 2014) y mucha gente no lo sabe.
Entrar es fácil, salir ya es otra cosa. Hace tiempo una clienta recuperada de anorexia, me decía que cuando peor lo estaba pasando, en la que fue su tercera recaída, el voto de confianza fue lo que le hizo tirar para adelante. Si os digo la verdad, no entendí bien qué era aquello del “voto de confianza”... Pero ella me lo explicó: “Cuando tienes un IMC muy bajo y te dan hipoglucemias, te ingresan y yo no quería volver al hospital. Fui a ver a mi Nutricionista y a mi psiquiatra, me dijeron que no me iban a dejar morir, les prometí revertirlo, que no quería caer otra vez y me sorprendieron: Me dieron un voto de confianza, por eso acabé entrenando contigo”.
Aquella historia me recordó a la primera vez que nadé sola. Estaba en la piscina del Rayo Vallecano, inmensa, sin gente... Tenía 6 años y era incapaz de quitarme los manguitos. Mi tío, me decía: “Venga, confía en ti. Salta. Puedes hacerlo. No va a pasarte nada.” Salté, no por la confianza que tenía en mis conocimientos acuáticos, sino por la que tenía en mi, mi tío Fer.
A veces cuando sientes que no puedes hacer algo, que te digan que es posible, que lo vas a lograr si o si, puede ser el motor de empuje para seguir caminando en la dirección correcta, cuando no eres capaz de encontrar la puerta de salida por ti mismo en medio de una casa completamente a oscuras. Mi clienta, Adriana, me explica que “empezó a comer por un compromiso ajeno, por aquel voto de confianza, en el que en el “paquete” entraba mi entrenamiento”.
Cuando Adriana estableció los parámetros nutricionales adecuados, motivada por la confianza de sus médicos, psicólogos y nutricionistas, empezamos a entrenar, aunque sus padres no confiaran en el ejercicio, ya que su hija lo practicaba de forma “problemática”, aquel que afecta entre un 31%-80% de pacientes con anorexia (Hebebrand et al., 2003). Les expliqué que el problema no era el ejercicio, como tampoco lo era la comida; el problema era la forma en la que se estaba concibiendo el ejercicio.
¿Si se restablece la alimentación, porqué no se hace lo mismo con el ejercicio? Cuando se prohíbe el ejercicio a los pacientes se les niega la oportunidad de aprender cómo realizar actividad física de una manera saludable y segura (Moola, 20013& Vancampfort et al., 2014).
Debido a la “hiperactividad” que caracteriza a algunos de los pacientes con anorexia, eliminar de su vida la actividad física puede ser poco sostenible para la gestión a largo plazo del ejercicio (Calogero & Pedrotty, 2004). El riesgo de recaída se podría reducir si se incluyese ejercicio supervisado en el tratamiento de la anorexia (Weiss, 2017), ya que prohibirlo puede aumentar la probabilidad de que los pacientes vuelvan a caer en patrones antiguos una vez finalizado el tratamiento. El ejercicio supervisado mejora los niveles de fuerza y, por tanto, la funcionalidad de la persona, además de que les ayuda a aumentar su consciencia corporal y su autoestima.
El ejercicio puede ser tan efectivo como los antidepresivos y las terapias psicológicas para tratar algunos casos de depresión (Knapen et al. 2015).
¿Ahora ya confían en el ejercicio?
Las sesiones con Adri, al principio, se centraron en ganar confianza en el sentido más amplio de la palabra. “No me va a salir el ejercicio”, “no soy coordinada”, “no soy capaz de...”. Me decía. Casi todas las sesiones terminaban con un: ¿Ves como puedes?. Cuando se lo decía ella me devolvía un ligero asentimiento con la cabeza que, con el paso de los meses, se transformó en una sonrisa.
Con el paso de los años, y tras la recaída de Adriana (la más dura, porque según ella “fue la más consciente”) y la reacción que tuvieron sus terapeutas y su nutricionista, aprendí que la confianza puede ser la palabra clave, llave maestra que puede hacer más fácil llegar a reunir más fuerzas para llegar a la puerta de salida y abrirla de par en par.
“Cuando no crees en ti, que lo hagan otros permite que comas; porque todo lo que no te quieres, te quieren los demás, porque te lo han demostrado: han confiado en ti. Cuando eso sucede, la cadena se rompe, te permite apartarte, sentirte mejor... Comer por ti misma, entrenar por tu Salud... Te devuelve poco a poco lo que te arrebata la anorexia”.