En el marco del día internacional de acción por los TCA, la Universidad de la Laguna, en Torreón, México, se convierte a través del programa radiofónico “De Boca En Boca”, en punto de encuentro de invitados y especialistas de México, Colombia, Costa Rica, República Dominicana y España; bajo el lema “Cuidando al cuidador”.
Claudia y Juan Manuel, padres de Ana Cris, una chica de 21 años en proceso de recuperación, nos cuentan su experiencia: “Al principio, cuando nos dicen que nuestra hija tiene un trastorno alimentario, para nosotros significó o representó de alguna manera miedo por falta de conocimiento sobre estas problemáticas, por la carga emocional, la incertidumbre de qué iba a pasar con ella, qué se iba a vivir en este proceso, en un inicio pensamos inclusive en renunciar, tirar la toalla, minimizarlo, negarlo… Después de esa primera impresión, nos dimos cuenta de que nuestra hija necesitaba de nosotros, lo que implico educarnos, informarnos sobre el tema, contar con la ayuda de diversos profesionales de este campo y requirió a su vez una reorganización familiar; todo esto nos hizo también vernos a nosotros mismos y buscar ayuda también para nosotros, el poder trabajar también nosotros nos dio mucha luz y abonó el proceso de nuestra hija para que se sintiera apoyada, comprendida, lo que implicó a su vez un aprendizaje y crecimiento familiar. Agradecemos a su vez a todos los profesionales y personas que nos han apoyado, parte del éxito también se debe a ellos”.
En línea con lo que comentan sus padres, Ana Cris señala: “La red de apoyo en un proceso de recuperación por un trastorno alimentario es muy importante, porque hablando desde mi experiencia, cuando yo estuve en esos momentos muy difíciles, donde realmente no había una conciencia hacia mi persona, estaba muy enfocada en la enfermedad, en todo lo que involucra, para mí mi red de apoyo fueron mis padres y las personas que estaban a su alrededor, los amigos, los profesionales.., pero quisiera subrayar la presencia de mis padres, ellos sacaban siempre fuerzas para seguir adelante incluso cuando la enfermedad no me permitía ver más allá, ver un futuro, ver un progreso, ver una salida. Busquen ayuda, busquen personas a su alrededor, las hay y a la gente les importamos, a la gente le importa cómo estamos y realmente, aunque en su momento uno no lo sepa apreciar, créanme que después, más adelante, uno se da cuenta de la gente que le ayudó y que le salvó la vida y se siente una gratitud muy grande y un aprecio a las personas y a la vida misma muy diferente para mejor”.
Ana Arizmendi, directora del Instituto de Psicología y Alimentación, psicóloga especialista en trastornos alimentarios, trauma y duelo y anfitriona del podcast ¿De qué tiene hambre tu vida?, apunta “La familia puede participar de forma muy positiva en la recuperación. Las 3 C ayudan a la reflexión sobre este tema: TÚ NO LO CAUSASTE, TÚ NO LO CONTROLAS Y TÚ NO LO PUEDES CURAR, esto ayuda a disminuir la culpa, abrazar la compasión, poder ayudar desde la aceptación y desde su rol como acompañantes del proceso”.
A la familia como aliado, se suma Candi SanMiguel, psicóloga sanitaria y especialista en Trastornos Alimentarios y Obesidad, a través del Modelo Maudsley “Esta aproximación se opone a la idea de que las familias sean patológicas, y en cambio tiene en su base a la familia como recurso esencial y motor para que el tratamiento sea exitoso; parte de la premisa de que un trastorno alimentario tiene un gran impacto en la dinámica familiar y se trabaja a lo largo de fases claramente definidas, apoyar a los padres para promover una recuperación ponderal y normalización de hábitos alimentarios, disminuir niveles de supervisión y control parental, (favoreciendo una progresiva autonomía en la alimentación de la persona que sufre un TA, así como de la toma de decisiones) y la construcción de su identidad aunado a ayudar a la familia a transitar y resolver la crisis de ciclo vital en la que se encuentra”.
La sociedad actual se caracteriza por un modelo estético corporal difícilmente alcanzable para una gran parte de la población. La interiorización de éste se forma a partir de los cinco años y la sociedad en su conjunto (familia, amigos, profesores y medios de comunicación), se convierten en agente transmisor a través de comentarios o críticas que aluden al cuerpo y promueven conductas anormales e inclusive problemáticas disfrazadas de salud, de ahí la relevancia de fomentar la aceptación corporal. “Ésta es la habilidad para reconocer nuestro cuerpo y entender que hay factores biológicos y ambientales que lo permean y que influyen en la forma corporal y en su funcionamiento. Aceptar el cuerpo significa reconocer que es mi compañero permanente, implica una postura activa de autocuidado desde la conexión con emociones como la compasión, la empatía y el amor, que promueva su bienestar integral”. Afirma Adriana Granja, psicóloga clínica y directora de NACE: nutrición, autoestima, consciencia y emoción.
La Dra. Eva Trujillo, directora y cofundadora de Comenzar de Nuevo y Head Master Trainer del Body Image Program, por sus siglas en inglés (BIP), el programa con mayor evidencia científica en aceptación corporal recalca: “Es una intervención basada en la disonancia cognitiva, donde los participantes van a criticar de forma voluntaria el estándar de figura ideal o de belleza femenina a través de diferentes actividades, verbales, escritas o ejercicios conductuales, permitiendo que se reduzca la internalización de la figura ideal, disminuyendo la insatisfacción corporal, reduciendo síntomas del TCA e inclusive el inicio futuro de un trastorno de la conducta alimentaria”.
Instituciones y organizaciones como Dove Self Esteem Proyect y National Eating Disorderes Association, han hecho posible que este programa haya podido impartirse en 140 universidades en más de 25 países.
“El hecho de que los profesionales estemos sensibilizados, nos ayudará a brindar una atención de calidad sin juzgar ni promover conductas de riesgo disfrazadas de bienestar. Asimismo, el Body Image Program, ayuda a ser más conscientes, tener el chip bip, permite ver las cosas con nuevos lentes que nos regresan a lo más importante, el verdadero valor que tenemos cada uno de nosotros como seres humanos” comentan Paulina González y Linda Ramos, coordinadoras del BIP.
Desde febrero del 2020 hasta la fecha, Comenzar de Nuevo ha entrenado a más de 100 líderes como Manuel Antolín, director de Cómete el Mundo TCA, psicólogo sanitario y terapeuta familiar con más de 20 años de experiencia en prevención y tratamiento de Trastornos Alimentarios. “Cuando supe que el programa se impartía en castellano con el equipo de Eva Trujillo no lo dudé, tuve la suerte de hacerlo con mi colega admirada María Casas y fue muy importante para mí aprender a implementarlo y poder difundir todas esas enseñanzas también en España”.
Karla Carranza, psicóloga de adultos y adultos mayores, quien también se ha formado en BIP añade: “Definitivamente está enfocado en un trabajo preventivo que todos deberíamos conocer. Lo que aprendemos no solo es conocimiento, sino es un movimiento que va más allá, algo que es muy enriquecedor, se trata de un esfuerzo que transciende nuestra consulta, es toda una cultura y un movimiento social, aquí es donde se vuelve sumamente poderoso”.
Más de tres décadas de experiencia e investigación, pone de manifiesto los beneficios de un programa que en palabras de la Dra. Aridia Vásquez, especialista en nutrición y TCA, y Emilia Carranza, nutricionista con énfasis en mindfulness y mindful eating, debería ser ciencia básica para todo ser humano.
Retomando la temática de este 02 de junio, enfocada al cuidador, ¿cómo podemos ayudar a un ser querido? Podríamos quizá resumirlo en el título del presente artículo, Cuidarse, para poder cuidar. La realidad es que no todas las personas nacen con la vocación de ser cuidador y es la vida, la que en muchas ocasiones nos pone de forma obligada en esa situación.
Es fundamental, como primer punto recibir información adecuada sobre la enfermedad que padece nuestro ser querido, poco podremos ayudar si desconocemos la magnitud y complejidad de un trastorno alimentario. La información nos permitirá saber que los síntomas difieren de la enfermedad en sí, y tras ellos, se encuentran las principales áreas a trabajar: baja autoestima, miedo a la madurez, conflictividad en la familia, baja tolerancia a la frustración y una pobre regulación emocional.
Un segundo paso, sería compartir funciones y responsabilidades. Muchas veces, nos involucramos tanto en nuestro ser querido, empatizamos tanto con su dolor, que al final, lo hacemos nuestro y acabamos sumergidos también en la asfixia de la enfermedad. Delegar funciones y responsabilidades en otros familiares y profesionales es necesario, adecuado y saludable.
Un tercer paso, sería abogar por la autonomía de nuestro ser querido afectado por un trastorno alimentario. Sí hay una enfermedad, no podemos negarlo, pero su valía como persona va más allá de la enfermedad y deberá ir enfrentándose a cada uno de los desafíos que ésta encierra. Desligar a la persona de la enfermedad en sí, romperá el muro sintomatológico adentrándolo en la vida, de ahí la importancia de cuidar la forma de dirigirnos “mi hija tiene anorexia” en lugar de “mi hija anoréxica”, y lo mismo sucede con la terminología empleada desde los medios de comunicación, recordemos que la enfermedad no les define; entre ser una enfermedad y padecerla, hay una diferencia abismal, está implícita su condena o su libertad.
Un cuarto paso, comunicación continua, trabajo en equipo desde la escucha activa. Es importantísimo subrayar que recuperación de un trastorno alimentario es posible en su totalidad y resulta imprescindible un enfoque multidisciplinar, necesario establecer alianzas entre los profesionales de diversas áreas, los padres de familia y la persona afectada en sí, hagamos bip, hagamos equipo.
Me despido con un poema que quizás describe el sentir de una persona afectada por estas dolencias. Gracias a todas las familias que cuidan desde el alma, a las personas que han hecho posible este especial De Boca en Boca un año más y a ustedes, por su tiempo y fiel lectura. Hasta siempre.
“Si alguna vez olvido quien soy...Ven y llévame al mar para que me funda en su azul...
Dile a la luna llena que necesito verla...
Y a las estrellas que vigilen que no me apague...
Recuérdame cada intento...
Para que recuerde que fui capaz...
Enséñame montañas, sonrisas y nubes...
Y dime que me esperan...
Tararéame bajito y balancea mi cintura para que la música regrese a
mis pulmones...
Susúrrame un “te quiero” para que mi corazón recuerde lo que es
latir...
Dime que los sueños son más reales que la realidad y que me esperas allí para demostrármelo...
Tráeme lluvia y tormentas para poder resguardarme en casa...
Inventa fantasmas y fantasías que hagan temblar mi piel...
Abre puertas que resuciten mi alma y me devuelvan la fe...
Átame a tu abrazo y no me dejes escapar...
Mírame a los ojos para que los tuyos griten mi nombre y me reconozca
de nuevo...
Y hazme saber que el amanecer no amanece sin mi despertar...
...Si alguna vez olvido quien fui
Por favor, no lo olvides tú” Fina Tur