"Es desalentador encontrarme constantemente rodeado de personas que no comparten mis valores en cuanto a la alimentación. Me siento excluido y no puedo evitar sentirme superior a quienes no siguen mi estilo de vida saludable. ¡No puedo soportar su falta de compromiso con la salud y la calidad de vida!"
"Es agotador tener que escuchar a la gente justificar sus malos hábitos alimenticios mientras yo me esfuerzo por comer limpio y mantener mi peso. No entienden los beneficios que obtengo de una alimentación saludable y constantemente me siento tentado a hacerles comentarios. ¡No puedo tolerar su falta de compromiso con la salud!"
"Me enfada que me impongan normas sobre lo que puedo o no puedo decir sobre el peso de las personas. Si creo que la obesidad es un signo de falta de determinación y disciplina, seguiré compartiendo mi opinión. ¡No dejaré que me detengan!".
"No tiene sentido que me digan que no puedo hablar de gente gorda. Si creo que la obesidad es un problema de salud, ¡Tengo derecho a hacerlo!"
"No puedo creer que me digan qué puedo o no puedo hacer en las redes sociales. Si quieren censurar mi opinión, voy a intensificar mi postura y expresar mis ideas aún más fuerte. ¡Nadie me va a callar!"
Estos ejemplos u otros parecidos reflejan la mentalidad de una persona que experimenta reactancia psicológica, o “priming negativo”.
¿Qué es la reactancia psicológica?
La reactancia se refiere a la respuesta emocional y conductual negativa que sentimos cuando percibimos una amenaza a nuestra libertad o autonomía. Si sentimos que estamos sufriendo algún tipo de manipulación para restringir nuestra independencia. Es un sentimiento que impulsa a la resistencia y oposición a las reglas, normas o restricciones que sentimos que nos imponen, que pueden hacer que actuemos en contra de lo que se espera o se desea de nosotros. Aunque nos hagamos daño, salgamos perdiendo, o se lo hagamos a otras personas. La respuesta puede manifestarse en desafío, rebelión, desobediencia, incluso ataque a otras personas o la búsqueda de alternativas para recuperar nuestro sentido de libertad que creemos perdido.
Reactancia y redes sociales
En el mundo a veces inquietante de las redes sociales, los movimientos de odio y extremismo parecen surgir como setas venenosas. Un ejemplo de esta reactancia podría ser la “gordofobia” con la que algunas personas son discriminadas, insultadas, humilladas, criticadas por su peso. También nos topamos con otros fenómenos igualmente preocupantes, como las reacciones de personas que sufren “ortorexia” donde se promueve comer solo alimentos sanos, ecológicos, una dieta determinada, o las comunidades "proAna y Mía", que promueven trastornos de la conducta alimentaria. Me atrevería a decir que este extremismo aparece en casi cualquier movimiento que se convierte en “militancia”. En este tipo de coyunturas, la reactancia también desempeña un papel importante, generando una reacción emocional inversa frente a las reglas y normas que ponen en entredicho las creencias, comportamientos, o elecciones realizadas. ¡Ven conmigo en este fascinante viaje lleno de ejemplos y un toque de humor mientras exploramos este amplio universo!
Veamos un ejemplo:
Imagina a una usuaria de redes sociales, llamémosla Martina, que empieza a ver publicaciones destinadas a la prevención de los trastornos alimentarios, se encuentra con cuentas con información que favorece la diversidad corporal, la flexibilidad alimentaria y el que todos los cuerpos son válidos. Imagina que Martina publica contenido en el que comparte consejos que entrarían dentro de lo denominado como conductas alimentarias de riesgo, como dietas para perder peso rápidamente, compensar lo que ella considera excesos, no comer nada que sea saludable, ayunos extremos….¡Pero cómo se atreven! ¿Quiénes son éstas para decirme a mí que lo que yo hago no es lo correcto? ¿Por qué dicen que promuevo los trastornos alimentarios? Una voz dentro de ella grita "¡No me digas lo que puedo o no puedo hacer!"
¿Qué está haciendo Martina? En lugar de pensar en las consecuencias de sus actos o buscar ayuda para mejorar su relación con la comida y su cuerpo, opta por incrementar su conducta. Va poniendo comentarios en las publicaciones en las que aparecen personas gordas insultándolas y acusándolas de promover la obesidad. Cree que eso no se puede consentir y que esas publicaciones deberían desaparecer.
Pero esta historia no termina ahí. Martina ha encontrado un grupo de personas que sólo comen alimentos “naturales” y deciden defenderse de los “reprocesados”, personas que no siguen al pie de la letra las normas de los “comestibles verdaderos”, un foro donde comparten recetas “puras” y consejos para rechazar cualquier alimento que no cumpla sus estándares. En este caso, la reactancia no solo alimenta las creencias de Martina, también la conecta con un grupo que valida y refuerza su rechazo a las personas gordas.
La reactancia puede motivar a las personas a participar en corrientes de odio y extremismo en las redes sociales. No podemos obviar las repercusiones negativas de estas reacciones en las personas que reciben estos ataques, tanto en la salud física como en la psicológica. Llegando al sinsentido de querer defender un estilo de vida determinado atacando o ridiculizando, y haciendo daño a otras personas.
Los antídotos de la reactancia
Las principales estrategias para reducir la reactancia son:
Empatía y comprensión: Es importante entender cómo se sienten y piensan las demás personas. Escuchar atentamente y mostrar comprensión hacia sus preocupaciones y opiniones nos permite establecer una conexión más sólida. Al ponerse en su lugar, podemos tener un diálogo más abierto y constructivo, en lugar de la confrontación continua.
Elección y autonomía: Creo firmemente en que todas las personas deben tener opciones diferentes para poder tener responsabilidad sobre sus decisiones. No deberíamos imponer reglas o restricciones que generen rechazo. Es esencial respetar la autonomía individual y permitir que las personas tomen decisiones informadas.
Persuasión suave: Para mí, es más efectivo utilizar estrategias de persuasión suaves basados en la evidencia, en lugar de adoptar un tono autoritario o condescendiente que ya se sabe a lo que conducen. Presentar información de manera objetiva y comprensible puede ser más efectivo. Evitar tácticas coercitivas es clave para lograr que los demás estén más dispuestos a cambiar su actitud o comportamiento.
Fomentar la participación activa: Creo que es fundamental involucrar a las personas en su proceso de toma de decisiones. Permitirles expresar su opinión y contribuir en la búsqueda de soluciones genera un mayor sentido de control y compromiso. Intentado hacerlo de una manera no agresiva.
Enfoque en valores compartidos: Considero que es importante identificar y resaltar los valores y metas que compartimos. Centrarnos más en lo que nos une que en lo que nos separa. Mostrar cómo una acción o cambio se alinea con estos valores comunes puede hacer que sea más aceptable y menos amenazante.
Es crucial recordar que cada situación es única y que no existe una solución universal para abordar la reactancia. Sin embargo, adoptar enfoques basados en la comunicación respetuosa, la comprensión y la colaboración puede ayudar a reducir las barreras y fomentar una mayor apertura y receptividad en nuestras interacciones. Es fundamental abordar estos problemas de manera sensible y compasiva, brindando educación sobre la importancia de tener una relación saludable con la comida y fomentando la aceptación de la diversidad corporal, y el respeto por una misma.
Referencias bibliográficas
Miller, C. H., Lane, L. T., Deatrick, L. M., Young, A. M., & Potts, K. A. (2007). Reactancia psicológica y mensajes promocionales de salud: efectos del lenguaje controlador, la concreción léxica y la restauración de la libertad. Comunicación y Sociedad, 20(1), 127-149.
Hong, S. M., & Faedda, S. (2017). La reactancia psicológica y su relación con la persuasión y el cambio de actitudes. Suma Psicológica, 24(1), 73-82.
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