Os imagináis que tuviésemos un bebé de 8 meses al que no le diésemos el primer bibi de la mañana porque estamos dormidos, ya que anoche nos acostamos muy tarde y no nos apetece levantarnos, le daremos el bibi a las doce de la mañana, y como ya se nos ha ido la hora, ya que tengo que ir a comprar, le daré unas galletas para hacer tiempo hasta que llegue a casa. Me olvidé comprar la fruta y no tengo para darle la merienda, así que le daremos otro bibi con cereales. No me da tiempo de bañarlo, tengo que ir a casa de mi madre para ayudarla, es mayor y ya no se defiende demasiado bien. ¡Dios mío! olvidé comprar el pescado para la cena, bueno, como ha tomado gusanitos y no tiene demasiada hambre, le daré un par de yogures, eso sí, especiales para bebés, y mañana será otro día...
Si, si... sé que ahora, muchos de vosotr@s estáis pensando que estoy loca... ¡Es imposible que un bebé en esas condiciones sobreviva de una forma saludable! Sin embargo eso es lo que la mayoría de nosotr@s hacemos con nosotros mismos, y lo que es peor, lo que permitimos que nuestros hij@s adolescentes hagan con sus hábitos alimentarios.
¿En qué momento hemos de dejar el orden y la pulcritud con que alimentamos a nuestros bebés para pasar a esa loca alimentación que los adolescentes siguen, como norma general?
Desde 0 meses a 1 año, el bebé debe de duplicar e incluso triplicar su peso, durante esta etapa el crecimiento es descomedido, es por eso que la alimentación es un pilar básico para que el proceso transcurra en los cauces adecuados. Igualmente, la adolescencia es una etapa decisiva en el desarrollo humano, en la que se producen importantes y trascendentales cambios, tanto a nivel físico como psicológico, hasta el punto que se llega a alcanzar, en un período relativamente corto de tiempo, el 50% del peso corporal definitivo, este proceso requiere satisfacer unas necesidades nutricionales importantes, en cuanto a cantidad y calidad de los nutrientes.
A partir de los 10 años en las niñas y de los 12 en los niños se empieza a producir un aumento desmesurado del apetito, como clara respuesta a las nuevas necesidades de crecimiento, de hecho el cuerpo de un/a adolescente, demanda mas aporte energético que en cualquier etapa de su vida, los niños necesitan unas 2.800 Kcal /día, y las niñas se acercan a las 2.200 Kcal / día. Por supuesto, estos valores son de referencia, ya que cada adolescente es un mundo en sí mismo, y tiene sus propios requerimientos energéticos, dependiendo de su edad, constitución física, sexo, y actividad física que realiza.
Para evitar que este voraz apetito desencadene un sobrepeso u obesidad, que posiblemente, arrastrará el resto de su vida adulta; o que ese sobrepeso genere una obsesión por adelgazar que provoque llevar a cabo dietas sin el control de un nutricionista-dietista, es muy importante intervenir en la alimentación de los adolescentes, evitando que ingieran más calorías de la que su metabolismo demanda y sobre todo que el aporte de nutrientes sean alimentos sanos y naturales, evitando en todo lo posible, bollería, comida basura y precocinados por los que los adolescentes tienen una especial predilección.
¿Cómo debe ser la alimentación diaria de un adolescente?
La alimentación de una adolescente no se distancia mucho de la de cualquier otra persona, debe ser:
Equilibrada, de forma que incluya de todos los nutrientes básicos, hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales.
Variada, la alimentación es difícil describirla en un día, ya que no podemos ingerir todo los alimentos en un sólo día, debemos darle cierta variabilidad a lo largo de la semana, de forma que tomemos carnes rojas, pescados azules, carnes blancas, pan, pasta, arroz, legumbres y gran variedad de verdura u fruta.
Suficiente, la ingesta calórica de cada individuo está suscrita a una gran serie de circunstancias que están alrededor de su vida, es por eso que la única previsión en cuanto a cantidad es que complete los requerimientos necesarios para llevar su propio estilo de vida.
Adaptada a la economía familiar, el precio de los alimentos depende de la oferta y la demanda del mercado, y no tanto de la calidad de los nutrientes en los distintos alimentos, es por eso que una economía estrecha, no tiene por qué significar carencias de nutrientes, únicamente debe vigilar algunos conceptos, como tomar alimentos de la zona geográfica dónde vive, tomar alimentos de temporada y hacer una organización semanal del menú, para evitar el desperdicio de alimentos.
Por supuesto, que para tener un estilo de vida saludable, además de una alimentación adecuada, el adolescente debe observar dos pilares importantes, la ingesta de agua y practicar deporte al aire libre, son los dos complementos indispensables para superar con éxito de una forma sana el paso de la adolescencia a la adultez.
Puede que introducir todos estos alimentos en la dieta de un adolescente no sea fácil, dado el rechazo que tienen hacía los alimentos naturales y la atracción fatal que les embarga por aquellos alimentos procesados industrialmente. Por eso, mi consejo es que se acuda a una dietista-nutricionista que ayude a los padres a encauzar la alimentación del adolescente antes que caiga en la ingesta desmedida de calorías vacías que no aportan nada positivo y si mucho negativo a su salud actual y futura.
Además del reparto de macronutrientes expuestos anteriormente, no nos podemos olvidar de los micronutrientes, tan importante para una buena conjugación y aprovechamiento de los nutrientes, como son las vitaminas y minerales que nos aportan las frutas y verduras.