En este post queremos compartir la gran noticia de la publicación, en este año 2020, del libro de Anna Plans titulado Respeta mi sexualidad, editado por Nueva Eva.
Anna ha colaborado con nosotros en varias ocasiones, como muestra os recomendamos la lectura de su post Hipersexualización: el marketing del amor, si es que no lo habéis leído ya.
Es una activista reconocida de los derechos del menor, y con este fin colabora con muchos organismos importantes.
Hoy estoy feliz porque nos ha concedido esta entrevista por escrito para hablar de su libro.
¡¡Espero que la disfrutéis!!
Anna, ¿te ha costado mucho escribir este libro? ¿Hay mucha información en los medios que tratan este tema de la hipersexualización?
Anna: Me ha costado en el sentido de que he ido escribiendo durante mi tiempo libre, y cada vez que retomaba la edición suponía un esfuerzo mental. En cuanto a la información, no es nada difícil de encontrar. Lo que he hecho yo, lo podría hacer cualquier persona con un poco de criterio para buscar, contrastar y ordenar. Cuando estudiaba en la Universidad, conseguir fuentes era una ardua tarea. Aunque, por otro lado, es cierto que requiere mucho tiempo, y yo ya llevo unos años investigando. Así que podría decir que he intentado ahorrar todo este proceso a quien lo lea y hacerlo comunicando de forma cercana y ágil.
Lo que echo de menos en este campo son soluciones o como mínimo propuestas. Hay mucho alarmismo, nos ponemos las manos a la cabeza, pero la realidad es que aceptamos vivir en un entorno en el que parece que resaltar el valor sexual de la persona por encima de cualquier otra cualidad que pueda definirla, ya es “normal”.
Vamos, si te parece, a definir qué es la hipersexualización, para las personas que no lo sepan.
Anna: La hipersexualización es una tendencia a exaltar el valor sexual de la persona por encima de cualquier otra cualidad que pueda definirla.
La sexóloga canadiense Jocelyne Robert define la hipersexualización infantil como la «representación del niño como una especie de adulto sexual en miniatura».
Personalmente, me parece muy gráfica la expresión «adultización de la infancia» o «erotización de la infancia» para describir el hecho de que un menor parezca mayor de lo que realmente es al exhibir elementos o atributos que lo hacen sexualmente atractivo para otras personas.
Eres presidenta de la asociación de consumidores de medios audiovisuales de Catalunya. En vuestra asociación, ¿desde qué edades os estáis encontrando casos de niñas hipersexualizadas?
Anna: El patrón de menores hipersexualizadas no son casos aislados. Hay muchos, y los puedes encontrar fácilmente en YouTube, Instagram o TikTok. Cuentas de niñas de entre 5 y 12 años: influencers, modelos, etc. Lugares, administrados la mayoría por los propios padres, que utilizan un modelo de niñas que suelen responder a un modelo superficial, caprichoso, hipersexualizado, y todo ello bajo el patrocinio y beneplácito de las marcas.
La mayoría de este tipo de vídeos, además de ser muy banales, cosifican a las niñas. Lo más triste es que son seguidas por millones de pequeñas que desean ser guapas, guays, divertidas, princesas, tener muchos regalos, vivir una vida llena de ensueño, ganar dinero, ser famosas…
En el libro hablas de varios casos de niñas influencers, padres que aceptan y se muestran orgullosos del impacto que tienen las cuentas de sus hijas, además de permitir que estén compartiendo su intimidad.
Anna: Yo me pregunto: orgullosos ¿de qué? En primer lugar, tu hija no es un trofeo. Por otro lado, quizás desconocen que la sobreexposición de la menor puede atentar contra su intimidad. Y con ello, su autoestima.
Además, dependiendo del tipo de contenido que compartan, es posible que vayan a parar a listas como «aperitivo» para estimular a millones de pedófilos. Y no hace falta que sean muy sexuales: una niña en bikini en la piscina o bailando es suficiente para despertar a los depravados mentales que lo incluyen a listas de reproducción con contenido de temática erótica y/o sexual. Aunque un canal como YouTube lo elimine y no permita ese tipo de contenidos, internet es muy difícil de controlar. Además, ¿qué ocurre en los casos en que no se denuncia el contenido?
Es fundamental que enseñemos el sentido de la privacidad y del respeto por el propio cuerpo desde muy temprana edad. Y como te he comentado, una sobreexposición física del menor puede atentar contra este principio básico.
¿Qué le dirías a un padre si su hija es o quiere ser influencer?
Anna: En primer lugar, los menores de 14 años no deberían estar en redes. En mi opinión, como mínimo 16 años, con límites y siempre dependiendo de su madurez offline. Dicho esto, le recomendaría que se siente con él o ella y le pregunte para qué quiere ser influencer.
Y si decide apoyarle, le sugiero que le anime a crear contenido de calidad. Para ello le aconsejo adelantarse, rastrear nuevos modelos atractivos a partir de sus aficiones. Se trata de encontrar ejemplos que amplíen su mapa mental. Tu hijo o hija puede aportar riqueza a partir de sus aficiones: ¿Qué les gusta? ¿Qué se les da bien: la ciencia, el fútbol, la música, el windsurf, la magia, escribir, debatir…?
Quizás consiguen convertirse en revolucionarios y movilizar a la sociedad, como Elena Riera, una joven de 15 años que armó lío en las redes contra los huesudos maniquíes de Inditex. O el caso reciente del chico que ha movilizado a través de las redes a jóvenes para limpiar los destrozos de los incidentes acaecidos en Logroño después de las protestas en contra de las medidas implementadas por la pandemia del Covid.
El principal reto consiste en acompañar a sus hijos tanto en el mundo offline como en el digital. La sociedad precisa de jóvenes influencers que contribuyan a lanzar mensajes positivos que animen y estimulen a otros, y no solo en internet. Es más, me atrevo a afirmar que cualquier chico o chica puede tener un impacto potente en su entorno inmediato sin necesidad de estar presente en redes como las mencionadas. A mí me ayuda mucho una premisa de Catherine L’Ecuyer: «La mejor preparación para el mundo online ocurre en el mundo offline, el real».
En tu libro afirmas que la hipersexualización es la puerta de entrada a la pornografía y a la prostitución, ¿de qué forma ocurre?
Anna: La normalización de la hipersexualización sirve como puerta de entrada a la pornografía y la prostitución. Ya empieza a ser “normal” sexualizarse y de ello se aprovecha una industria que se tiene que reinventar. Y ¿cómo lo hacen? Una de las formas es aprovechando esta “normalización” para hacer otro tipo de porno: “el amateur”.
Una reciente investigación realizada por Meghan Donevan, experta internacional en áreas de pornografía y prostitución, demostró las malignas prácticas de la industria pornográfica para preparar, reclutar y explotar a mujeres y niñas marginadas. También arrojó luz acerca de los daños de la producción de pornografía y las líneas borrosas entre las redes sociales, la pornografía, la prostitución y otras formas de explotación sexual.
Pero aprovechar la normalización de la hipersexualización para beneficio de la industria pornográfica no es algo aislado. Seguro que habrás oído hablar de Onlyfans, una web en la que se puede subir contenido explícito sin ningún tipo de censura y que durante el confinamiento llegó a los 30 millones de usuarios. El principal problema radica en la preocupante cantidad de menores de edad que la utilizan.
El gancho suele ser: “¿Por qué conformarte con likes en Instagram cuando te pueden pagar por ello? Y en un momento como el que estamos viviendo, al final lo más vulnerables están de nuevo en peligro.
¿Qué consejo le darías a los padres que tienen niñas pequeñas y empiezan a preocuparse de su belleza, de estar con el móvil, y que quieren abrirse una cuenta en tiktok?
Anna: Siempre digo que la mejor receta es la que tiene como ingrediente principal el amor. El mejor escudo contra la hipersexualización es sentirse queridos. ¿Qué es lo que dejará huella en nuestros hijos e hijas? Nuestra mirada, nuestra forma de tratarles y la calidad del tiempo compartido. Incluyamos en ese tiempo un ocio saludable que les sirva para su crecimiento personal. Potenciemos en ellos los hábitos buenos, para que su cerebro emocional los incorpore. Así, en los momentos en que las pasiones se disparan o en medio de las crisis, esos serán los hábitos que predominarán. Cuidemos su intimidad desde la infancia y generemos espacios que favorezcan unos vínculos afectivos sanos. Evitemos sobreexponerles. En lugar de eso, tenemos que valorarles por lo que son, resaltar sus habilidades y quitar importancia a sus atributos físicos. Un menor que se sienta querido será capaz de tratarse bien a sí mismo, sin necesidad de sobreexponerse, valorándose por lo que es. Eso le capacitará para mantener relaciones sanas con sus semejantes.
Manuel: Gracias Anna, por aportar tanto valor sobre un tema tan poco tratado.
Así que no dejéis de leerlo: RESPETA MI SEXUALIDAD.