Recientemente nos llegó un mail de una persona en fase de recuperación de la bulimia que padece. Quería contar su experiencia de lucha y buena evolución de su trastorno alimentario.
Así que esperamos que su historia te resulte útil. A su autora la llamaremos Ana, para preservar su intimidad.
El testimonio de Ana
Como si fuera un pulpo con cientos y cientos de tentáculos, así es la bulimia. Primero se acerca a ti de manera silenciosa y sibilina, y poco a poco te va atrapando, hasta que te captura por completo.
Te deja sin recursos, excusas y soluciones porque se mete de tal manera en tu cabeza y en tu cuerpo que te anula, te paraliza y no sabes ni qué hacer, ni cómo hacerlo, ni cómo actuar.
Es una mezcla que poco a poco se convierte en una madeja de emociones, sentimientos que no quieres contar, no quieres mencionar ni expresar y te dices "yo puedo sola", "yo puedo con todo y sin ayuda de nadie", pero no es así y precisamente de eso se aprovecha: de la vergüenza que sientes al contarlo, al decirlo en voz alta, al expresarlo, pero llega un momento en que necesitas manos, apoyos, ayudas que te sostengan, que te hablen, te escuchen y te acompañen en el arduo camino de la sanación y la curación desde el amor, el cariño, el respeto y el afecto, para poder empezar a gatear, a saber ponerte en pie, a caminar y por último ¡a correr!
Hay muchos factores a tener en cuenta, algunos más fáciles de resolver que otros dependiendo de cuántos tentáculos del pulpo te hayan atrapado, con qué intensidad y las consecuencias de ello. El pulpo suele alimentarse de tus heridas emocionales y acrecentar tu dolor, tus sensaciones y otros muchos sentimientos en tu cabeza, en tu corazón, en tu estómago.
Pero en algún momento llegas a la conclusión de que necesitas embarcarte en el duro proceso de la recuperación y después de un largo proceso de apoyo y acompañamiento por diferentes vías, consigues tomar conciencia y entender algunas cosas, descubres y decides que necesitas volver a aprender a comer, primero que tu cuerpo tolere los alimentos que reintroduces, y también tu mente, porque es como si ambos se rebelaran y te dijeran que no sigas, que estaba muy bien como estaba antes, y te lo hacen saber con diversas manifestaciones, sensaciones físicas, pensamientos, sentimientos… En esa lucha necesitas reeducar tu alimentación poco a poco, y cuando lo consigues te llenas de orgullo por tu valor y por tu lucha, pero también es igual o más importante que hasta que llega ese momento, aprendas a tratarte con paciencia, con calma y con paz interna porque habrá muchos días que quieras tirar la toalla. Necesitarás recordarte por qué empezaste tu camino, por qué te merece la pena literalmente esta lucha, porque habrá días que digas "hasta aquí he llegado y ya no puedo más", desearás que los tentáculos del pulpo te vuelvan atrapar. Y entonces necesitarás todo tu arsenal emocional, incluyendo tu rabia, tu hartazgo de este pulpo, y, como si fueras una guerrera, investirte de valor para afrontar tus miedos, para decir "yo puedo, y tú no vas a ganar" y hacer lo que sea para que pasen esos momentos críticos y, poco a poco, conocer cada vez mejor al pulpo, saber por dónde escaparte, por dónde herirle, por dónde ganarle, incluso anticiparte a él, hasta que cada vez se van espaciando más en el tiempo sus ataques.
Aunque lo realmente difícil es romper las barreras y los muros mentales y todas esas ideas que te has hecho sobre tu cuerpo, tu imagen, tu peso, la talla que usas de ropa y cómo te aceptas a ti misma y cómo te sientes de poco aceptada por los demás por tu aspecto físico. Y tardas bastante en poder darte cuenta de todas las cosas que pasan por tu cabeza y que algunas veces no quieres ni darte cuenta de ellas para no tomar conciencia de lo dolorosas que son o pueden ser y lo que pueden implicar en tu evolución y desarrollo personal, en tus relaciones, en tu vida.
Pero eso cambia un día cuando, con ayuda de otras personas, aprendes que tu vida puede ser de otra manera, que puede tener otros colores más que el negro, que puedes vivir y disfrutar de otras emociones más que estancarte en la ira, la rabia, la impotencia y la tristeza; y que también existe el mundo de la alegría, el amor, el afecto y la aceptación. Cuesta creerlo, necesitas probarlo y comprobarlo por ti misma, al principio el pulpo te dice que no, que nada cambiará lo que sientes y cómo lo sientes y la manera en que lo procesas, pero te das a ti misma la oportunidad y de repente, tras una suma de "poco a poco", llega un momento en el que descubres que es verdad, que se pueden romper los muros emocionales en donde habitan los miedos, las decepciones, las frustraciones y que cuando consigues atravesarlos, y afrontarlos, ves que detrás de eso hay cosas por vivir buenas, increíbles, maravillosas, positivas y ya sabes que harás todo lo posible para que lo que has conseguido no se vaya de tu vida, ese tipo de aprendizajes de la vida que no se olvidan nunca porque te han enseñado una senda diferente y diversa de la vida llamada la senda de las emociones y los sentimientos. Gracias a esa senda has aprendido a canalizar y gestionar tus sentimientos y emociones y ahora has llegado al punto de consciencia en el que por nada del mundo quieres ni vas a permitir que los tentáculos del pulpo dirijan tu vida porque tu vida la diriges tú. Y desde el momento en que llegas a esa gran conclusión, a esa gran definición y decisión, eres más feliz, te sientes mejor contigo misma y por tanto te sientes mejor estando con y cerca de los demás y te sientes preparada para afrontar nuevos retos, nuevas decisiones para por fin desbancar por completo y para siempre de tu vida al pulpo y los tentáculos que acompañan al pulpo.
Por primera vez en tu vida te sientes que tú eres la guía de tu vida como si fuera un barco y tú su marinero con un timón firme agarrado y sujetado a la tierra y a la madre naturaleza y todo lo que esto significa y simboliza.
Por primera vez en mucho tiempo te sientes fuerte tal como si un árbol de madera fuerte y amplia sabiduría fueras, te sientes preparada para mostrarte al mundo tal y como eres, sin querer tapar nada, mostrándote a corazón abierto y dejando al aire tus emociones, sentimientos, sensibilidad y capacidades porque así eres tú y ahora te ves realmente como eres.