¿Por qué a nosotros?
"No teníamos ningún problema en casa, y de pronto, surgió la enfermedad".
"Somos una familia normal, ¿porqué a nosotros?"
Estas son frases habituales en familias donde hay un miembro con un trastorno alimentario. No saben por qué se ha originado. Por este motivo, tienen un gran interés en conocer las causas por las que ha surgido la enfermedad. Les persigue un pensamiento agobiante, en muchos casos, al pensar que algo tuvieron que hacer mal en el proceso de educar a los hijos o en su conducta alimentaria, que explique el surgimiento de esta enfermedad.
Está claro que los hijos duelen, y que la familia tiene como conducta frecuente, ponerse bajo los focos culpándose en muchas ocasiones de los problemas de sus hijos. Y como la culpa deambula libremente por el mundo, a veces te atrapa.
“La culpa no está en el sentimiento sino en el consentimiento”.
San Bernardo de Claraval
Transformando la culpa en responsabilidad
Hay madres y padres que no se sienten culpables, y otros que ante una situación parecida se sienten culpables.
La culpa es un sentimiento subjetivo que en ocasiones llama a la puerta de las familias y algunas la dejan pasar durante un rato o le permiten alojarse para siempre en la habitación de invitados.
Así que una vez que nos enseñe lo que nos tiene que enseñar, hay que invitarla a marcharse. Pues tenemos una importante cita con la responsabilidad.
La culpa tiene que ver con el pasado, que en este caso nos lleva al autocompadecimiento y a la pasividad; en cambio, la responsabilidad está enfocada en el presente, en aquello que puedo hacer ahora para enfrentarme a los problemas.
La familia generalmente hace todo lo que consideran mejor para que sus hijos crezcan sanos y felices, en ese proceso pueden cometer errores, como cualquiera, pero estos errores comunes normalmente no son suficientes para que se genere un trastorno alimentario.
Si bien es cierto que hay algunos comportamiento familiares que pueden influir en la aparición de un trastorno alimentario, como son: una preocupación excesiva por la imagen y las dietas, las conductas sobreprotectoras que dificultan el desarrollo, los comentarios críticos sobre el cuerpo o el peso, y la presencia de trastornos alimentarios en los padres.
Yo les digo a veces a las familias que tienen un hijo con un trastorno alimentario, que la familia puede hacer todo mal y que su hijo no caiga en un trastorno alimentario, porque no es una relación de causa-efecto. Tiene que haber una predisposición individual, y también hay una influencia social importante. En algunos casos influyen más unas causas y otros casos influyen más otras.
De todos modos, es trabajo del profesional desculpabilizar a la familia, para enfrentarse al problema con responsabilidad y evitar ser una influencia negativa en el momento actual.
Por todo ello, un adecuado comportamiento familiar requiere que los padres mantengan una postura de tranquilidad, ser firmes en las decisiones, constantes, pacientes y coordinarse con toda la familia y el equipo de profesionales. Pueden consultar más pautas para familiares en el apartado recursos/familiares en este blog.
De este modo lograremos que la familia sea una influencia positiva que ayude a su familiar enfermo en el proceso de recuperación.
Este post es una adaptación del publicado por el mismo autor, en el ya desaparecido Blog Alimentación y Salud del portal Universia.