Por esa ventana en las últimas semanas han aparecido cientos de personas con propuestas de alimentación y ejercicio físico. Ahora parece que todo el mundo entrena en casa a todas horas y tiene la despensa más sana del planeta. Si las cuentas no son “sanas” para nosotros, sentimos que recibir sus estímulos y la información que comparten nos hace experimentar más nerviosismo, ansiedad o incluso empeora nuestras dificultades que ya teníamos previas, lo mejor es no seguirlas.
Internet, apps y ejercicio
No todo vale. No hay dos personas iguales, por tanto hay que ser críticos con las rutinas que nos encontramos en la Red. Observar quién las prescribe (si es un profesional cualificado o no) y ser conscientes del momento en el que vivimos. Estamos ante una situación en la que el objetivo debería ser mantener nuestra funcionalidad aún encerrados en casa para que cuando salgamos no sintamos una gran merma en las capacidades físicas básicas. Partiendo de eso, permisividad. Entrenemos según nuestras características individuales. Evitemos la imitación. Siempre ante la duda, preguntar a un CAFYDE.
Lo mismo sucedería en el terreno de la alimentación. En esta era de la sobre-información, parece que todos tenemos claro las bases de una alimentación saludable, pero no siempre se puede, se tienen ganas o sentimos fuerza para seguir al pie de la letra las pautas para una dieta sana. Por tanto, en este sentido, dos premisas importantes y fundamentales para evitar aumentar nuestro malestar y frustración:
- Flexibilidad y tolerancia: en estos días vamos a sentir un sinfín de emociones, incluso algunos estados emocionales excepcionales puesto que la situación de encierro ya de por sí es excepcional. Como ya sabemos, nuestras emociones también influyen a la hora de cuidarnos y de cuidar nuestra alimentación. Seamos compasivos con esta relación cuerpo-mente y no tratemos de compararnos con la calidad de alimentación que seguíamos antes del confinamiento: recuerda que ahora la realidad ha cambiado y es de sabios adaptarse a ella con esta flexibilidad y tolerancia que merece.
- Ajustar nuestras expectativas a la nueva realidad: no podemos pretender lograr los mismos objetivos que antes, puesto que la situación de confinamiento de ahora comporta sus propias limitaciones provocando una realidad distinta a la que teníamos. Ahora tenemos un abastecimiento de alimentos limitado, una compra limitada y una adquisición de productos también limitada. Así es que si no seguimos los patrones alimentarios tan bien como nos gustaría, es hora de decirte a ti mism@: no pasa nada, hago lo que puedo.
¿Para qué entrenas?
Es la base de todo. Moverse para estar sanos y fuertes. Sentirse bien son los objetivos a alcanzar por un ejercicio físico saludable.
Porque tratar de compensar la ingesta calórica, el encierro o la falta de caminar, nos llevarían a patrones de ejercicio problemático o no saludable, asociados con algunos TCA que deberíamos hablar con nuestro terapeuta.
¿Y qué sucede con nuestra dieta?
Pues un poco lo mismo que el ejercicio. La clave es preguntarte ¿desde qué lugar cuidas tu alimentación? Desde el propio autocuidado, desde la salud, desde el amor hacia ti mism@ y desde la elección libre de me apetece o no me apetece un determinado alimento o plato. O bien, desde el lado oscuro de la fuerza: desde la rigidez, desde las normas de lo que “debería ser” y desde la auto-exigencia y la auto-critica. Estos dos polos opuestos son los que van a marcar que consigas una relación saludable con la comida o por el contrario, construyas una relación de sufrimiento constante con ella, hasta incluso sentir que la comida se convierta en tu peor enemigo estos días.
Un compañero para entrenar y alimentarte en el confinamiento
Algo que recomiendo a los pacientes es hacer los planes de entrenamiento en compañía. Buscar a nuestro socio/a de confinamiento para entrenar y que él / ella supervise que el entrenamiento se realiza conforme a los patrones saludables marcados previamente por el entrenador: eso implica respetar el tiempo para entrenar. Respetar sus tiempos, ejercicios y variables prescritos (sobre todo si la paciente viene de un patrón de ejercicio físico excesivo).
Del mismo modo, es fundamental que si sufrimos dificultades con la comida y/o sufrimos un trastorno alimentario, estos días podamos pedir ayuda a familiares, parejas o amigos. Aquellas personas que nos puedan sostener y guiar y prestarnos la luz que nosotros no somos capaces de aportar ahora mismo. Si es necesario, busca ayuda para que te cocinen, o te controlen las cantidades si tu no te ves capaz de hacerlo por ti mism@, incluso te sirvan los platos o te escojan los alimentos por ti si crees que tus elecciones se van a basar en mandatos y obediencias y por ende, en sufrimiento como decíamos anteriormente.
Permítete no entrenar como antes o no entrenar
Si estabas entrenando antes, este tiempo debes concebirlo como un puente para seguir caminando (entrenando) después. Si no estabas entrenando - llevando un plan de entrenamiento - y esta etapa te lleva a querer empezar, pide ayuda a un profesional cualificado.
Recuerda: la Sanidad ahora está para enfrentarse al covid -19, no para atender esguinces por seguir rutinas de internet. Sara Tabares
Buscar el placer y el cuidado, no el castigo
Mantenernos activos debe ser un placer, no una obligación, ni mucho menos un castigo autoimpuesto.
Y en el caso de la alimentación, recuerda que comer también es un placer, por tanto, procura basar tu alimentación en el disfrute, en la escucha de tu cuerpo y de tus necesidades, en dar respuesta a tus señales de saciedad y hambre.