En esta ocasión quiero que leáis una fantástica carta de una madre luchadora, que cuenta su experiencia después de una año luchando contra la anorexia de su hija. Quiero agradecerle también su generosidad al proporcionarnos esta carta.
"No escribas desde el sentimiento, me dice mi pareja, como si fuera tan fácil separarlo…
Contar mi experiencia y a la vez que pueda servir a otros padres es complicado.
Si tuviera que resumir las principales sensaciones durante los últimos 12 meses, éstas serían miedo, desconcierto y tensión.
Miedo a no saber qué sucedía, a no saber cómo actuar, a que mi hija se muriese o a que no saliera de dónde estaba, miedo y dolor ante su sufrimiento, a no poder ayudarla.
La rapidez con la que actué poniéndome en contacto con la asociación ADETAEX (Asociación en defensa del tratamiento de los trastornos alimentarios en Extremadura) me ayudó a vencer poco a poco ese miedo proporcionándonos las herramientas necesarias para entender y manejar situaciones que se dan continuamente.
La derivación a la unidad de trastornos alimentarios fue lo mejor que nos pasó. Saber que nuestra hija estaba en manos de los profesionales adecuados nos permitió respirar y cargar pilas para aguantar los momentos de desconcierto y tensión que vendrían.
Desconcierto porque de buenas a primeras todo el mundo desaparece, esa vida que has ido creando con los años, no sabes qué sucede y no sabes cómo actuar. Sólo que debes mantenerte unido con tu pareja, tomar decisiones rápidas y con firmeza.
Por encima de todo tiene que comer.
Es importante olvidar rápido, perdonar y no tener en cuenta hechos y acciones que suceden con los que no tienes porqué estar de acuerdo. Hay que pensar que todos actúan bajo presión y es posible que no estés de acuerdo… pero hay que seguir unidos y avanzar luchando contra la enfermedad.
Nuestra hija necesitaba unos padres seguros, firmes y unidos a los que agarrarse y contra los que chocara una y otra vez la anorexia.
No ha sido fácil, todo lo contrario, durísimo, pero ahora después de un año la miramos y la vemos llena de salud, de alegría y con unas inmensas ganas de vivir.
No se puede bajar la guardia y seguimos pendientes. Ahora lo que nos sorprende son los momentos de tranquilidad y rutina, cada vez más frecuentes. Un paseo, una charla, leer un libro tranquilamente delante de la chimenea, ver una peli.
Si no hubiera visto y sentido como se la llevaba la enfermedad pensaría que ha sido un mal sueño, pero sólo los que hemos estado viviendo día a día con esta durísima situación podemos entenderla. Por eso son importantes las asociaciones de familiares y los profesionales.
En mi cocina desde hace unos meses hay un folio con un eslogan:
Nuestro credo: confianza, fortaleza, optimismo, control, aceptar y mucho amor".
Imagen vía Pixabay (La foto no corresponde a la madre que escribe la carta).