Imagina que un vendedor llama a tu puerta. Y te ofrece la posibilidad de comprar uno de estos superpoderes:
- Control de los acontecimientos
- Protección frente al dolor y la frustración
- Perfección
- Seguridad
- Cambio radical ¡ya!
¿Cuál elegirías?
¡Dan ganas de elegir varios, ¿verdad?!
El problema es que la venta de estos superpoderes tiene letra pequeña, y el precio es culpa de por vida.
Hemos visto en otros post que la culpa utiliza trampas que paralizan nuestra conducta y distorsionan nuestro pensamiento, pero también engaña a nivel emocional: nos mantiene colgados de ilusiones, mundos imaginarios con promesas emocionalmente muy potentes. Y eso explica por qué la mantenemos a pesar del daño que nos hace. Es importante desenmascarar ese fraude emocional, y con qué ilusión nos engaña, para poder despedirnos de ella.
Ilusión de control
Pensar que hubiéramos podido evitar algo malo que ocurrió nos ayuda a pensar que podremos controlar y evitar que nos ocurran cosas malas en el futuro, disminuyendo la sensación de indefensión e incluso mitigando transitoriamente posibles síntomas de estrés postraumático, como en mujeres víctimas de abusos o maltrato. Por ejemplo, pensar que “no debería haber salido por la noche”, me hace creer que si evito esa circunstancia en el futuro también evitaré que me vuelva a ocurrir... Lamentablemente esto no es cierto, ya que suceden muchas cosas malas que no hubiéramos podido evitar porque no dependían de nosotros.
Cuanta más necesidad de control tenemos, mayor riesgo de sentir culpa presentaremos.
Es muy duro aceptar que no podemos controlarlo todo, así que es como si nuestro aparato psíquico nos dijera “mejor culpable que sentirme indefens@”, cambiando tu sentimiento de indefensión por el sentimiento de culpa.
Reto para salir de la trampa: Necesitarás enfrentarte a la angustia de aceptar que no controlas tanto como te gustaría.
Protección frente al Dolor
A veces la culpa es el precio que pagamos para intentar evitar el dolor de aceptar una pérdida (real o simbólica: una muerte, una ruptura, un despido, una decepción…). Es como si nos resultara tan doloroso aceptar la realidad tal cual ha sido que preferimos imaginar “cómo hubieran sido las cosas” si hubiéramos actuado de forma diferente, llenándolo de aspectos positivos y ventajas, sin ver que el resultado podría haber sido igual de desastroso o más, y que con el sentimiento de culpa nos estamos generando otro dolor paralizante que no hace más que retrasar la tarea de duelo. Es como si para solucionar una herida decidiéramos no desinfectarla porque duele mucho pero nos subimos más y más las dosis de analgésicos. El problema es que el sufrimiento va a seguir, acompañado de mayor incapacidad y parálisis, porque la realidad sigue su curso.
Reto para salir de la trampa: Necesitarás empezar a aceptar la pérdida que estás evitando, y meterte en el dolor que estás intentando ignorar.
Ilusión de perfección
El lema de esta ilusión es “antes culpable que imperfect@”. Pensar que hubiéramos sido capaces de hacerlo “perfecto” o “mucho mejor” repara en parte nuestra autoestima o la protege del efecto de fracasos (ej: si hubiera estudiado más, habría sacado mejor nota; si perdiera 5 kg, estaría perfecta), sin deshacerse de la idea de perfección porque continúa pensando que es posible. De forma similar al “intercambio” anterior, la culpa nos evita tener que aceptar nuestros límites (o los de las personas que queremos), cambiando la frustración de la imperfección por el sentimiento de culpa. El problema es que la perfección es ilusoria: sólo existe en el mundo irreal de lo imaginario.
Reto para salir de la trampa: Necesitarás empezar a aceptar que no puedes ser perfecta, a contar con tus limitaciones.
Sensación de seguridad basada en lo malo conocido/estabilidad
En otras ocasiones la culpa sustituye a la ansiedad ante lo desconocido. “¿Para qué intentar cambiar si soy así?”. Enredados en un rosario de quejas y lamentos sobre la inevitabilidad del ser, la imposibilidad del cambio…concluimos que para qué vamos a hacer nada para cambiar, si es imposible. Así, nos quedamos en el mundo de lo conocido que, por lo menos, nos hace sentir más segur@s. Pero la falsa seguridad para hoy es inseguridad para mañana porque la culpa cada día come más terreno y más angustia, como esos prestamistas usureros que te cobran intereses al 200%…
Reto para salir de la trampa: Necesitarás empezar a abrirte a emociones y sensaciones desconocidas para ti.
Sensación de seguridad basada en la rigidez de las normas
Otro refugio frente a la ansiedad ante lo desconocido es la sensación de seguridad aparente que da la rigidez: cumplir lo que “debería ser” según criterios externos, cumplir un rol (por ejemplo, una talla o un peso) de modo que en cuanto me aparto de ello me siento culpable. Sin embargo, con frecuencia “lo que es bueno” desde el punto de vista de la salud mental se suele ver más claro desde un criterio interno y flexible, ya que cada persona y sus recursos, vulnerabilidades, historia y circunstancias son diferentes y lo importante es vivir en coherencia con uno mismo y adaptándose a su realidad, cambiante y subjetiva.
Reto para salir de la trampa: Necesitarás empezar a mirar tus emociones y fiarte más de ellas.
Ilusión de cambio
Cambia la frustración del cambio progresivo por un cambio mágico del todo y ya. El problema es que ese cambio mágico es tan ideal, tan ideal…que sólo está en el mundo de las ideas, de la imaginación. Es decir, que no es real. La culpa te fustiga bajo la idea mágica de “si me critico, cambio” para provocar ese cambio mágico fácil y unidireccional (no hay recaídas) sólo a través del castigo emocional. ¿El problema? Nunca se produce ese cambio mágico porque no existe, no es realista. La realidad es que el cambio humano es posible, pero costoso y lento.
Reto para salir de la trampa: Si quieres dejar de sentir culpa, necesitarás despedirte de tu fantasía de “cambio radical” y aceptar la frustración del cambio real pero progresivo, con recaídas, altibajos…
¿Has descubierto con esta lectura que el vendedor llamó a tu puerta en algún momento de tu vida y te engañó?
Es normal: la culpa juega con necesidades muy básicas para la supervivencia psicológica (control, evitación del dolor, seguridad, autoestima…), además de utilizar un recurso “muy barato” en la infancia y adolescencia como es la imaginación. A la culpa le encanta vivir en el mundo de las ideas, el mundo irreal de las posibilidades. Necesitaste ese refugio en su día. ¿Y hoy? ¿Qué tal empezar hoy a buscar formas más sanas de cubrir tus necesidades?