Vivimos en una sociedad que potencia una imagen corporal normativa con características únicas como la delgadez o definición en las chicas, y una buena musculatura en los chicos.
Parece como si tras lograr esa meta se encontrara la felicidad, el bienestar y el éxito social. Y lo más curioso es que un kilo más o menos pueden desequilibrar la balanza, independientemente del peso que la persona tiene.
Pues bien, tengo que decirte que en realidad la meta está más cerca de nosotros de lo que pensamos y no tiene que ver con el peso ni con encajar en un molde.
En este post me voy a referir más a la dicotomía femenina de gorda o delgada para que sea más fácil su comprensión.
Así que sigue leyendo si tienes interés en salir de esa limitante dicotomía corporal de estar gorda-delgada.
Cuando una chica con problemas de imagen corporal pierde algún kilo, en muchas ocasiones, siente alegría porque se acerca al ideal (el problema es que por mucho peso que pierda el miedo a engordar permanece); y cuando coge alguno puede sentir tristeza porque piensa que ha hecho algo malo o no ha controlado su peso.
Pues en primer lugar el peso no se controla, sino que hay parámetros en los que se puede influir y otros que no.
Variables en las que puedo influir y que afectan al peso
- Se puede influir en la forma de alimentarnos. Podemos tener mejores o peores hábitos alimentarios, o entrar en fases de restricción y descontrol. Andrea Arroyo, Mariana Álvarez, o Carla Farré nos han enseñado muchas cosas sobre ello en este blog.
- Se puede influir en la actividad física o lo que nos movemos. Podemos hacer más o menos deporte, movernos más o menos, hacer ejercicios para desarrollar nuestra fuerza o menos. Te recomiendo que leas los post de nuestra colaboradora Sara Tabares para aprender más sobre ello.
- Se puede influir en tratar de dormir las horas suficientes. Aunque esto también depende de nuestros horarios laborales, de clases o de estudio. También es cierto que a veces queremos dormir y no podemos o dormimos más de lo que nos gustaría, ya que no hay botón que al pulsarlo nos haga dormir o despertar.
Pero también hay otros factores que afectan al peso, en los que en muchas ocasiones no podemos influir.
Aspectos en los que no puedo influir y que afectan al peso
- No podemos influir en el peso o forma corporal de nuestros padres, y sabemos que la genética influye en nuestra forma corporal y peso. Si te observas y observas a tus padres podrás decir cosas como: tengo las piernas como mi madre o abuela, tengo la altura de mi padre o madre… A no ser que el embarazo haya sido por ovodonación o haya un proceso de adopción.
Y eso es lógico, porque si no te parecieras a tus padres y te parecieras al vecino o la vecina del quinto, no quiero amargarte el día, pero algo está pasando en ese edificio… ;)
- No podemos intervenir en el precio de los alimentos, y el coste de la cesta de la compra influye en los alimentos que compramos. Por ejemplo si lo alimentos integrales cuestan más que los no integrales, podemos optar por éstos últimos. O si las galletas y cereales azucarados son baratos, y nos cuesta llegar a fin de mes, va a ser más fácil optar por estos alimentos.
- Hay alteraciones hormonales que pueden afectar a los niveles de peso. Y en ocasiones no depende de ti.
- El estilo de vida influye en la microbiota, pero puede haber una menor riqueza de microbiota y no saber cómo revertir la situación.
- Hay tratamientos farmacológicos que cursan con cambios en el apetito y cambios en el peso.
- Los disruptores endocrinos son sustancias exógenas que alteran la función del sistema endocrino, debido a la exposición de ciertos contaminantes como pesticidas, metales. Con lo cual estos podrían alterar mi peso.
- La edad influye en el peso y no podemos parar el paso del tiempo.
- Los niveles de estrés también pueden afectar al apetito y al peso. Y no podemos dejar de tener exámenes trimestrales o cuatrimestrales, ni fases de mucha carga laboral, entre otras muchas cosas que provocan estrés.
Con esta lista de aspectos no controlables no quiero trasmitir la idea de que no puedas cuidar tu salud, sino que hay variables que no podemos controlar y que influyen en nuestra forma corporal y peso.
Por tanto como sociedad no podemos pensar que una persona delgada se cuida, está sana y es exitosa, porque no lo sabemos; ni tampoco podemos decir que una persona gorda no se cuida, está enferma y no tiene éxito, pues no la conocemos.
El peso no es solo un número
Me gustaría preguntarte algo. Imagina que vas por la calle y alguien te roba la cartera. Poco después tienes la suerte de que han cogido a la persona y has recuperado tu cartera con todo su valor. Si tenías 20 euros en la cartera, ¿piensas que eres 20 euros más rica?
Supongo que estarás de acuerdo conmigo en que eres igual que antes, pero no más rica.
Eso pasa también cuando hay una bajada de peso grande debido a dietas estrictas, que cuando se recupera peso no eres unos kilos más gorda, sino que en ocasiones, como por ejemplo cuando hay un infrapeso, puedes estar recuperando un peso saludable.
El IMC (Índice de masa muscular) es una medida sencilla de estimar el peso saludable pero no fiable porque no contempla el nivel de masa muscular o el nivel de grasa visceral versus subcutánea.
El peso no es la EBAU
Por otro lado me gusta decir que el peso no es la EBAU, ya que en procesos de restricción calórica severa en la que hay necesidad de recuperación de peso, muchas veces ponemos mucho el foco en el número que marca la báscula, cuando hay otras variables que son más importantes como aumento de la ingesta calórica, introducción de alimentos prohibidos, más tranquilidad en el momento de las comidas y menos rumiación, menor obsesión con la actividad física, menor irritabilidad y cambios de humor. Todo ello puede contribuir a una mejora progresiva en la salud física que también hay que valorar.
En estos casos, no siempre bajar de peso es un empeoramiento y subir de peso una mejora. Habrá que analizar qué es lo que ha llevado a ese cambio.
De la misma forma, cuando una persona está iniciando un cambio de hábitos para bajar su peso porque tiene un nivel elevado de grasa visceral, no bajar de peso no tiene porque significar que no esté iniciando cambios, puede estar ganando movilidad, mejorarndo su nivel de fuerza o su función. O puede estar bajando de peso llevando a cabo prácticas poco saludables y sostenibles en el tiempo.
Para desarrollar mejor este aspecto, es importante ser conscientes de que cuando subimos de peso después de un periodo de desnutrición no solo ganamos peso, sino que podemos ganar muchas más cosas:
- Funcionalidad. En demasiadas ocasiones nos fijamos más en la apariencia física que en lo que mi cuerpo me permite hacer. A este respecto, es útil preguntarte si eso que no te gusta de ti te permite hacer todo aquello para lo que está diseñado. Si la respuesta es que sí, tu cuerpo es perfecto porque sirve para lo que está programado.
Desgraciadamente no todo el mundo puede decir eso, hay personas que tienen una lesión física y de manera temporal esa parte del cuerpo lesionada no cumple su función (por ejemplo, no puedes mover el brazo si está escayolado). También hay personas que tienen una discapacidad física y hay ciertas partes del cuerpo que no cumplen su función o con limitaciones. En ese caso hay que echar mano de otras partes del cuerpo u otros recursos para solventarlo.
- Energía. Una ingesta más normalizada nos aporta energía, y esa energía te permite poder hacer las actividades de la vida diaria sin cansancio, ni mareos.
- Ganas de hacer cosas. Esa energía también nos proporciona tener más ganas de hacer cosas. Y poder salir más con amigos y familia.
- Estabilidad de ánimo y alegría. Esa recuperación física también nos ayuda a mejorar nuestro estado de ánimo, al tener menos altibajos, menos irritabilidad, y más alegría. Y por el contrario una caída de peso debido a una dieta estricta provoca un estado depresivo.
- Masa muscular. Al poder alimentarnos con normalidad, sin restricción, damos a nuestro cuerpo los nutrientes necesarios para mejorar nuestra masa muscular, niveles de fuerza y funcionalidad. Algo que se consolida con un ejercicio físico adecuado.
- Función adecuada de sistemas internos desactivados o alterados con la restricción o desorden alimentarios. Tu cuerpo y sus principales sistemas (musculoesquelético, endocrino, digestivo, urinario, reproductor...) volverán a funcionar de forma adecuada.
- Aceptación de virtudes y defectos. O aceptar aspectos que me gustan más de mí y los que menos. Es recuperar tu esencia corporal.
- Desafiar el canon de belleza imperante y la cultura de la dieta para aceptar la diversidad corporal que es lo normal. Es importante que nos demos cuenta de que no hay 2 cuerpos iguales y que nuestro cuerpo no tiene que ser como otros. Nuestro cuerpo es nuestro y no de nadie.
Quizá ha llegado la hora de dejar de maltratar al cuerpo y poder reconciliarte con él.
Si recuperamos nuestra esencia personal, honramos nuestros genes, y nos tratamos bien podremos contribuir a tener una buena salud y disfrutar de todo lo que nuestro cuerpo nos permite hacer. De esta manera nuestro cuerpo dejará de estar cumpliendo condena por un delito que nunca cometió.
Este artículo ha sido revisado y enriquecido con las aportaciones de Sara Tabares y Andrea Arroyo.