La mentira como síntoma

Escrito por  17 Mar 2021

Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa. Alfred Adler

A veces se etiqueta a las personas con trastornos alimentarios como “manipuladoras o mentirosas”. ¿Cuántos prejuicios y perjuicios encierran etiquetas como ésas? El uso de esas generalizaciones es injusto, dañino y poco profesional. Si existe una conducta de ocultación o mentiras, tanto profesionales como familiares necesitamos acercarnos a esa conducta para poder entenderla, no como jueces o críticos. Una etiqueta negativa nos impide un análisis comprensivo de la conducta en cuestión.

 

Un ejemplo de mi estimado Luis Beato nos sirve para acercarnos a esta forma distinta de entender la mentira: ¿Criticarías a tu hija/o o tu paciente por tener fiebre? ¿La etiquetarías diciendo “es muy febrosa”? No: porque lo entendemos como un síntoma transitorio. Entonces, no critiques por mentir, no etiquetes. Primero descubre qué virus hay detrás de sus mentiras u ocultaciones y después ayuda a que no necesite las mentiras nunca más.

 

Desde esta nueva perspectiva, el aspecto más complicado de entender y más difícil de asumir a nivel emocional es entender la mentira como un problema interactivo, es decir: el reto es entender la mentira como un problema en la relación que me desafía a realizar cambios por mi parte. Lo positivo es que, una vez reformulado el problema en esos términos, nosotros podemos intentar hacer algo para ayudar a la persona que miente u oculta de modo que ya no necesite mentir.

 

Existen diferentes explicaciones que pueden ayudarnos a entender una mentira:

 

1) La principal causa de ocultaciones y mentiras en trastornos alimentarios suele ser la complacencia, es decir, tener contentos a los otros, no decepcionarlos, por miedo al rechazo. Esto puede ocurrir incluso con los terapeutas (¿cómo les voy a decir a estas alturas que he tenido una recaída, que estoy vomitando, que en realidad quiero adelgazar, que no opino lo mismo…?). Por tanto, la mentira es lo de menos: tenemos un problema mucho más profundo y es que la persona no se atreve a ser ella misma por miedo a no ser aceptada tal y como es, de modo incondicional.

 

¿Cómo podemos ayudar? Transmitiendo aceptación incondicional: “No me decepcionas por tener síntomas”. ¿Te ves diciendo esa frase de forma sincera y calmada? Si no te ves, es posible que tengas un problema en la comprensión del trastorno. Quizás estás entendiendo que es sólo un tema de fuerza de voluntad, quizás planteas objetivos de forma muy rígida, perfeccionista, impaciente.

 

2) Muy relacionado con el anterior motivo, porque suele darse en personas con una elevada sensibilidad hacia el otro, está la sobreprotección. Se miente para evitar el sufrimiento del otro, la angustia. Por este motivo muchos adolescentes ocultan la situación de acoso que sufren, los disgustos, los desamores…y los síntomas. Sienten que sus padres sufren tanto como ellos y se angustian tanto…que no quieren hacerles sufrir

 

¿Cómo podemos ayudar? Transmitiendo contención emocional. Si tu hija/o te siente desbordado/a emocionalmente (sea por enfado, ansiedad o culpa), no se va a animar a confiar en ti, y es lógico porque eso le generaría dos problemas: sus emociones negativas, y las tuyas. No se trata de ocultar tu malestar, se trata de, junto a tu malestar, poder transmitir esperanza, confianza en vuestros recursos y estabilidad. Si ves que no puedes, pide ayuda para ti.

 

3) La evitación del conflicto también puede acompañar a los motivos anteriores, aunque responde más a un tipo de sensibilidad intrapersonal, a un patrón de evitación más general porque el conflicto le genera excesiva ansiedad.

 

¿Cómo podemos ayudar? Ayudando a la persona a afrontar poco a poco esas diferencias que tanto evita. Manteniendo mucho la calma durante los conflictos para demostrarle que del conflicto se puede salir más reforzado. Enfatizando y recordando los aprendizajes que siguen a cada conflicto.

 

4) La evitación de otras consecuencias negativas más en el terreno “práctico” (castigos) suelen estar relacionadas también con la ocultación de síntomas. Un error frecuente al principio de un trastorno alimentario es prometer cosas (un viaje, un concierto, ropa…) o amenazar con retiradas de privilegios (móvil…) por la mejoría o empeoramiento de los síntomas, respectivamente. Estas estrategias sólo generan cambios superficiales transitorios, por lo que están desaconsejadas de forma general por el riesgo de entrar en dinámicas de acción-reacción y ocultaciones que nos alejan a todos de la comprensión del trastorno. Una cuestión diferente son las consecuencias naturales del trastorno (por ejemplo, que se recomiende un ingreso, que esté desaconsejado salir sola de casa o realizar viajes por el estado de salud en el que se encuentra, o que se retire el móvil durante un período para evitar el acceso a grupos pro-ana y pro-mía). La diferencia en gran parte está en el fondo, y no en las formas. Aunque puede parecer similar, la retirada del móvil puede ser una amenaza o una medida de cuidado y protección. La amenaza es un intento coercitivo muy poco respetuoso con la autonomía y las emociones de la persona que puede salir muy caro. El objetivo de las amenazas es "controlar", la intención de los límites es cuidar. La discriminación se encuentra a menudo en la forma de comunicarnos.

 

¿Cómo ayudar? No amenaces. Las amenazas son un intento desesperado de control por nuestra parte en una conducta que tiene más control por su parte que por la nuestra. Acompaña, transmite tus emociones sin dramatismos ni exageraciones pero con congruencia (ej: si sientes enfado, no pongas cara dulce), transmite también los límites necesarios pero no como amenaza ni como venganza sino como cuidado y protección (p.ej: “en este estado, no te puedo dejar salir de casa, tengo que mirar por tu salud y por tu seguridad”).

 

5) La necesidad de autonomía, de intimidad y de establecer límites interpersonales también provoca en ocasiones conductas de ocultación y mentiras. ¿Te suenan los términos “por ahí”, “con éstos”, “había gente” …? Son los términos inespecíficos con los que se encuentra habitualmente una madre o padre de adolescente al preguntar qué ha hecho o qué va a hacer. Términos para garantizar la autonomía y la intimidad y escapar del control: porque es su mundo, porque es su vida, porque no les gusta dar explicaciones, y esto no significa necesariamente que vayan a hacer nada malo. Simplemente es su intimidad.

 

¿Cómo podemos ayudar? Centrando nuestra pregunta más en su bienestar subjetivo que en hechos (no somos el CSI, somos padres): ¿qué tal te lo has pasado? ¿cómo estás con tus amigos? ¿te gustó el plan? Transmitiendo nuestra confianza en ellos/as, respetando su intimidad...y controlando nuestra angustia por no controlar y no saber todo como cuando eran pequeños. La superación del trastorno alimentario tiene mucho que ver con este desarrollo de la autonomía. Salvo en etapas muy críticas en las que el estado orgánico no lo permite, la norma es ir traspasando el control al paciente de su propia alimentación cuanto antes (hablamos de un control sano, no un hipercontrol). No procede mandar fotos de lo que he comido o dejado de comer, preguntar a los amigos si ha comido o no… Si se confía, se confía. Si no, ya se verán las consecuencias en su estado físico. En trastornos alimentarios, como en general en otras cuestiones sobre todo en adolescentes, es mejor el control indirecto mediante observación de consecuencias que intentar un control directo que, según van ganando libertad, es imposible o muy insano. Si tú no has desarrollado mucho tu faceta autónoma te costará más entenderlo. Si tienes mucha necesidad de control, te costará aceptarlo. Pero en cualquiera de los casos necesitas saber que cuanto más intentes "invadir" la intimidad del otro, más huirá, te evitará y ocultará.

 

6) La expresión indirecta de necesidades a través de la manipulación interpersonal. A veces, por no pedir por la vía directa, se acaba coaccionando (de forma inconsciente la mayoría de las veces) por vía indirecta. En el fondo tiene que ver con la complacencia de un rol: a nivel externo, me acomodo y cumplo (si “ser buena” es que no tengo que llamar la atención, no la llamo; si no tengo que pedir tiempo para mí, no lo pido...), pero esa necesidad de visibilidad emocional no se anula, se queda dentro...y busca salidas de emergencia. En este contexto, a veces se puede mentir exagerando unos síntomas alimentarios que no son tan graves realmente como la persona hace pensar. ¿Cómo podemos ayudar? Primero, validando las emociones ocultas (la necesidad de ser visto, valorado, atendido), después ayudando a expresar esas necesidades de forma directa. En paralelo, extinguimos (es decir, no prestamos atención) al discurso falso.

 

7) Fantasía compensatoria: Son mentiras que se hacen para dar un papel protagonista a la persona o para proteger la autoestima de la persona (más bien la infla artificialmente) y llenar vacíos, carencias que siente. Mi queridísimo Manuel Antolín me ofrece el ejemplo en trastornos alimentarios del "yo controlo, no se me ha ido de las manos, yo sola puedo…"

 

¿Cómo podemos ayudar? Centrándonos en la valoración de lo que la persona es realmente, buscando su lado auténtico y destacándolo como algo valioso, recordando, a la vez, que la autoestima sana no se basa en una fortaleza mal entendida, una autonomía extrema, la admiración, los logros…sino en la autoaceptación, la autenticidad y la flexibilidad, desde las que me puedo reconocer como ser humano con sus vulnerabilidades y su necesidad del otro (no porque “sea dependiente”, sino porque soy humano). Predicar con el ejemplo en este sentido es especialmente importante: mostrarnos como somos, humanos, con nuestros errores y nuestras vulnerabilidades facilita el camino de apertura al otro.

 

Obviamente, no todo depende de quién ayuda, porque la persona que utiliza la mentira suele tener detrás su historia y sus aprendizajes que la llevaron a elegir esa estrategia como la mejor posible en determinadas circunstancias. Podemos intentar ayudar a que se aleje de esos aprendizajes poco a poco, aunque ella también tiene una parte que hacer. La idea general es tenderle una mano para que deje de vivir en el pasado y las mentiras y se anime a vivir en el presente y la autenticidad. ¿Vamos?

 

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Laura Hernangómez

Psicóloga clínica en Unidad ambulatoria de Trastornos Alimentarios y Programa infanto-juvenil de Trastornos Alimentarios del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo. Psicoterapeuta acreditada por la Asociación Española de Psicoterapias Constructivistas (ASEPCO).

Doctora cum laude por la Universidad Complutense de Madrid. El tema de mi tesis fue la vulnerabilidad psicológica a la depresión y, desde entonces, he ampliado mi interés al estudio de la vulnerabilidad en trastornos alimentarios. He presentado diferentes publicaciones científicas de carácter nacional e internacional, y el libro de carácter divulgativo ¿Por qué estoy triste? Guía para afrontar la depresión (Editorial Aljibe). Colaboro en la revisión de artículos de revistas científicas en el ámbito de la Psicología Clínica.

Además de la práctica clínica y la investigación, siempre me ha apasionado la docencia; recuerdo con especial afecto mis años como Profesora Asociada en la Universidad Complutense y actualmente mantengo colaboraciones docentes en postgrado con diferentes instituciones públicas sanitarias y educativas y otras entidades privadas dedicadas a la clínica y la formación, como Universidad Alfonso X El Sabio, ASEPCO o Centro Documentación de Estudios y Oposiciones (CEDE).

Twitter: @LauraHgzCriado Instagram: @laurahgzcriado Facebook: Laura Hernangómez Criado

Colaboradores

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