Me gusta pensar que las personas nacemos siendo orugas hasta que llega un momento en el que formamos nuestro capullo y nos encerramos en él, nutriéndonos y enriqueciéndonos hasta poder salir convertidos en bonitas mariposas.
Es una pregunta muy habitual en familias afectadas por un TCA en alguno de sus miembros, especialmente se la plantean padres y hermanos de menores, aunque también puede darse en parejas.
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